Venga tu
reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo
6:10.
La Voluntad de Dios:
- Es su determinación porque algo sea hecho.
- La voluntad de Dios es lo que él ha elegido para que suceda,
- Es la alternativa que él presenta.
- La voluntad de Dios es su propósito.
- La voluntad de Dios es su decreto.
- La voluntad de Dios es su inclinación hacia algo o alguien.
- La voluntad de Dios es su deseo o querer.
- La voluntad de Dios es su pensamiento hacia lo que le agrada.
Jesucristo manifestó que él había venido al mundo
para hacer la voluntad de Dios.
Porque he
descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, mas la voluntad del que me
envió. Juan 6:38
El Salmista escribió que le agradaba hacer la
voluntad de Dios.
El hacer tu
voluntad, Dios mío, me ha agradado; Y tu ley está en medio de mis entrañas. Salmos
40:8
Jesucristo oró al Padre pidiendo fuerzas para
cumplir su voluntad.
Otra vez fue,
segunda vez, y oró diciendo. Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin
que yo lo beba, hágase tu voluntad. Mateo 26:42.
El Señor manifestó que era necesario hacer la
voluntad del Padre para entrar al cielo.
No todo el que
me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la
voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21
El apóstol Pablo dijo que los que obedecen son
los que serán justificados.
Porque no los
oidores de la ley son justos para con Dios, mas los hacedores de la ley serán
justificados. Romanos 2:13
Santiago manifiesta que es pecado saber hacer
algo bueno y no hacerlo.
El pecado,
pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace. James 4:17
El Señor declaró que los que saben acerca de las
cosas del reino y las hacen serán felices y afortunados.
Si sabéis
estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis John 13:17
Para poder experimentar esta voluntad es
necesario una transformación de nuestro ser, que se hace posible por la renovación de
nuestros pensamientos y la forma de entender la palabra y hacer lo que ella
dice.
No os
conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro
entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena,
agradable y perfecta. Romanos 12:2.
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