Todos tenemos fallas, errores, pecados en nuestra vida a
veces tenemos que cargar con esas fallas y se convierten en una carga tan
pesada que nos agobian por toda la vida. Por más que deseamos quitar ese peso
de nosotros, nos persiguen y agobian.
Jesucristo nos dice:
Pero si confesamos nuestros pecados,
podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos
limpiará de toda maldad. 1 Juan 1:9. Dios Habla Hoy (DHH)
Muchos han vivido infiernos durante toda su vida, llevando a
sus espaldas pecados que nunca han podido borrar. El Señor tiene una promesa
para cada persona que quiere acercarse a él, y confesarle sus fallas, hablar
con él de sus errores y decirle “Señor he fallado, perdóname y límpiame”.
Todos sentimos el peso de nuestra consciencia cuando pecamos,
algunos la callan y otros la cauterizan para que no sienta más nuestras fallas.
Lo más sano es ir a Dios para pedirle que nos perdone y limpie nuestra
consciencia de malas acciones y malos pensamientos.
Reconozco que he sido rebelde; mi
pecado no se borra de mi mente. Contra ti he pecado, y sólo contra ti, haciendo
lo malo, lo que tú condenas. Por eso tu sentencia es justa; irreprochable tu
juicio. Salmos 51:3-4. Dios Habla Hoy (DHH)
Nuestra actitud debe ser una actitud de arrepentimiento y
corrección, no de orgullo y terquedad.
Cuando tomamos la decisión de volver a Dios nuestro Padre y
reconciliarnos con él, su compasión y misericordia se volverán a nosotros.
El hijo prodigo cuando acciono y decidió regresar recibió el
perdón de su padre.
Así que se puso en camino y regresó a
la casa de su padre.» Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió
compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. Lucas
15:20. Dios Habla Hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983,
1996.
El Señor quiere decirte hoy:
Yo he hecho desaparecer tus faltas y
pecados, como desaparecen las nubes. Vuélvete a mí, pues yo te he libertado.» Isaías
44:22. Dios Habla Hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983,
1996.
Por eso “Les escribo a ustedes, hijitos, porque los
pecados de ustedes han sido perdonados por causa de su nombre.” 1 Juan
2:12. Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano.
De esta misma forma como el Señor perdona nuestros pecados y
nos recibe como sus hijos amados, él quiere que nosotros perdonemos a nuestros
hermanos y nos reconciliemos con ellos, les amemos y ayudemos.
“Sean más bien amables unos con
otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los
perdonó en Cristo.” Efesios 4:32. Nueva Biblia
Latinoamericana de Hoy (NBLH) © 2005 by The Lockman Foundation, La Habra,
California.
Este perdón que gozamos hoy es posible a causa de la muerte
de Jesucristo es por eso que nuestra fe está depositada en él.
Dios ofreció a Jesucristo para hacer
posible, por medio de su muerte, el perdón de los pecados. El perdón se recibe
a través de la fe. Él ofreció a Jesucristo como sacrificio para demostrar que
él siempre es justo en lo que hace. Lo demostró en el pasado cuando en su
paciencia pasó por alto los pecados de muchos, y también ahora al aprobar a
todo aquel que confía en Jesús. Romanos 3:26. Palabra
de Dios para Todos (PDT). © 2005, 2008, 2012 Centro Mundial de Traducción de La
Biblia © 2005, 2008, 2012 World Bible Translation Center.
…esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas
vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu
nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os
daré corazón de carne. Y pondré dentro
de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis
derechos, y los pongáis por obra. Ezequiel 36:25-27 (RV1909)
El rey David había cometido pecado y fue reprendido por un
profeta, entonces David se arrepintió y pidió perdón a Dios. De este momento en
su vida él compuso un canto que queda como recuerdo de su momento de
arrepentimiento.
Canción de David, cuando el profeta
Natán fue a reprenderlo por haber cometido adulterio con Betsabé.
Ten compasión de mí, Dios mío,
conforme a tu fiel amor;
conforme a tu gran misericordia,
borra mis rebeliones.
Lava todas mis culpas
y límpiame de mi pecado.
Reconozco que he sido rebelde,
siempre tengo presente mi pecado.
Pequé contra ti y sólo contra ti,
delante de ti hice lo que es malo;
por eso tu sentencia es justa,
y tu juicio es irreprochable.
Yo nací culpable;
mi madre me concibió pecador.
Tú amas la verdad acerca de lo que se
oculta
y quieres que yo sea sabio en lo
íntimo.
Purifícame con hisopo y quedaré
limpio;
lávame y quedaré más blanco que la
nieve.
Hazme sentir felicidad y alegría;
que se alegren los huesos que has
quebrantado.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra toda mi maldad.
Dios mío, crea en mí un corazón
limpio.
Una vez más quiero ser fiel en mí
espíritu.
No me alejes de ti;
ni me quites tu santo Espíritu.
Hazme sentir de nuevo la alegría de
tu salvación;
y que me sostenga tu Espíritu que me
guía.
Les enseñaré a los rebeldes tus
caminos,
y los pecadores se volverán a ti.
Dios mío, mi Dios Salvador,
merezco la muerte,
pero no me castigues,
y gritaré de alegría que eres justo.
Señor, abre mis labios,
y te cantaré alabanzas.
A ti no te complacen las ofrendas,
ni los sacrificios que deben quemarse
completamente;
si así fuera, yo te los ofrecería.
Los sacrificios a Dios son un
espíritu quebrantado;
tú no despreciarás al de corazón
humilde y arrepentido.
Salmos 51.
Palabra de Dios para
Todos (PDT)
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Translation Center
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