martes, 18 de enero de 2011

La Soberbia de Nabucodonosor

Daniel 4:28-37 .

(28) Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor:
(29) Al cabo de doce meses, paseando por el palacio real de Babilonia,
(30) habló el rey y dijo: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?"
(31) Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: "A ti se te dice, rey Nabucodonosor: "El reino te ha sido quitado;
(32) de entre los hombres te arrojarán, con las bestias del campo será tu habitación y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere"".
(33) En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor: Fue echado de entre los hombres, comía hierba como los bueyes y su cuerpo se empapaba del rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila y sus uñas como las de las aves.
(34) "Al fin del tiempo, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo[10] y mi razón me fue devuelta; bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre:
""Su dominio es sempiterno;
su reino, por todas las edades.
(35) Considerados como nada
son los habitantes todos de la tierra;
él hace según su voluntad[11]
en el ejército del cielo
y en los habitantes de la tierra;
no hay quien detenga su mano
y le diga: ¿Qué haces? ".[12]
(36) "En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.
(37) "Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y sus caminos justos;[13] y él puede humillar a los que andan con soberbia".

Primeramente encontramos a Nabucodonosor tranquilo y contento en los versos 4 y 5 del capítulo 4:
"Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa, floreciente en mi palacio."

Algo vino, sin embargo, para destruir su tranquilidad. Tuvo un sueño inexplicable.
" Tuve un sueño que me espantó; tendido en la cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron."

Esta experiencia ya la había tenido. Dios le había enviado años antes otro sueño, y sólo una persona en su imperio se lo pudo explicar, el joven Daniel.

Si no conociera personalmente las estupideces que comete el ser humano, sería difícil creer lo que hizo Nabucodonosor, después de tener este último sueño. ¿Llamó a Daniel, el que le había interpretado el sueño anterior? ¡No! Llamó a sus propios magos y adivinos primero. Las costumbres religiosas cambian con dificultad.

Los magos y adivinos, sin embargo, no pudieron interpretar el sueño de Nabucodonosor. Fue sólo entonces que se acordó de Daniel y lo mandó traer para que le interpretara el sueño.
¿Qué significaría este sueño tan extraño? Es obvio que su significado no podía ser bueno. Cuando Daniel escuchó la descripción que hizo Nabucodonosor de su sueño, se quedó desconcertado. No quería contarle su significado, pues a pesar de que Nabucodonosor era un rey pagano, había tratado a Daniel con generosidad y respeto. Le pesaba a Daniel tener que darle malas noticias.

Finalmente se armó Daniel de valor, y empezó a interpretar el sueño. En el verso 22 identifica lo que representa el árbol: "tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra" (Daniel 4:22).
Cualquier gobernador, presidente o rey debe de servir como una bendición para su pueblo. Por esto, Nabucodonosor se representa con un árbol, que da sombra y refugio a muchos. Este árbol, sin embargo, iba a ser cortado.

Dios le mandó a Nabucodonosor un aviso de lo que sucedería. Cuando Dios anuncia el castigo, siempre lo hace con el deseo de salvar. La profecía de destrucción conlleva la posibilidad del arrepentimiento y la restauración.

Nabucodonosor no se arrepintió; otros, sin embargo, sí lo hicieron, y fueron restaurados por el Señor. Recordemos, por ejemplo, a los ninivitas, que escucharon la predicación del profeta Jonás. La Biblia nos dice que todos, desde el rey hasta el pordiosero más miserable, se rajaron la vestimenta en señal de arrepentimiento, y Dios no envió el mal que Jonás había profetizado.
Una de las fuentes de las discusiones entre Jesús y los fariseos fue precisamente este punto; ellos no entendían que el Señor es un Dios de perdón y restauración. Esperaban que la gente común y corriente, con sus pecados y maldad, fuera destruida; Jesús vino a llamar a todos al arrepentimiento y la salvación.

De una forma similar que los fariseos Nabucodonosor estaba enorgullecido. La lección que Dios quería mostrarle, y que nosotros tenemos que entender también, es que sólo Dios puede llenar el corazón del hombre.

Nabucodonosor tuvo un conocimiento mental de Dios, pero su corazón estuvo enfocado en sí mismo. Aún en ocasiones anteriores Nabucodonosor dijo y escribió cosas bellas acerca de Dios, pero obviamente no tuvo un encuentro persona con El. Nunca se dio cuenta de su necesidad de doblar la rodilla ante el Dios de Daniel y adorarlo.

Al final del capítulo 3, por ejemplo, vemos cómo Nabucodonosor anuncia que todos deben de honrar al Dios de los amigos de Daniel, pero es obvio que él mismo no lo hace. Adora a sus dioses falsos solamente porque cree que le darán la victoria en la batalla. En realidad, el centro del universo para Nabucodonosor es él mismo.

Esto nos habla acerca de la soberbia. El diccionario la define así:

Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), son propiamente sinónimos aún cuando coloquialmente se les atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, etc.

Como antónimos tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc.

El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda.

En el cristianismo, el orgullo se define como característica de aquella persona que se envanece a si misma. Genéricamente se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros para superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, situación o bien en alcanzar una elevada desvalorizacion del contexto. También se puede definir la soberbia como la creencia de que todo lo que se posee es superior, que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás, superar los prejuicios. El orgullo incita a la persona a valorarse demasiado, creyendose capaz de hacer cualquier cosa por encima de los demas e incluso de sus propias capacidades, de las circunstancias o mejor dicho los contratiempos que se presenten. Esta idea deriva directamente en que la persona orgullosa ponga en detrimento a las demas personas, debido a que piensa que sus capacidades o que su valor no equipara al suyo, lo que se considera arrogante.

Vivir como animal

La iglesia cristiana en el país europeo de Rumania sufrió varias décadas de persecución bajo la administración del dictador comunista Nicolae Ceaucescu. Este hombre hostigaba cruelmente a todo creyente, como también a cualquiera que amenazara su control total sobre el país.

Para celebrar su cumpleaños número setenta y dos, instruyó a la Ópera Nacional que escribiera una canción en su honor que incluyera la frase: Ceaucescu es bueno, justo y santo. La canción se presentaría en el día de su cumpleaños, el 26 de enero de 1990.

La canción no se presentó. Una revolución popular trajo la democracia al país, y él y su esposa fueron ejecutados el 25 de diciembre de 1989 - sólo un mes antes de la presentación planeada de la obra blasfema en honor a Ceaucescu.

La comunidad creyente de Rumania vio en los sucesos la clara mano de Dios. El hombre que osó ponerse en el lugar de Dios, quien es el único bueno, justo y santo, fue derrotado y destruido. Fue cortado como árbol, y cayó.

Muchos años antes de que naciera Ceaucescu, otro hombre vivió en carne propia la experiencia de ser cortado como árbol. A distinción del dictador rumano, sin embargo, vivió para contar la historia.

Estamos hablando del rey Nabucodonosor. En nuestro recorrido del libro de Daniel hemos llegado a un pasaje singular. Es el único capítulo de la Biblia que haya sido escrito bajo la dirección de un pagano.

Más allá de esta singularidad, el pasaje tiene un mensaje muy importante para cada uno de nosotros. Veremos cómo Nabucodonosor llegó a ser un árbol caído, y cuáles fueron las lecciones que Dios quiso enseñarle a través de esta circunstancia. Si somos sabios, aprenderemos de su ejemplo, y no tendremos que vivir una experiencia semejante para entender la realidad.

La soberbia nos hace vivir como animales.

Separados de Dios.
  • Odiandonos unos a otros.
  • Viviendo solo para nosotros mismos.
  • amándonos a nosotros mismos.
  • Perdemos la sensibilidad y afecto hacia los demás.

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