viernes, 13 de diciembre de 2013

Luz Radiante al Caer La Noche

"Acontecerá, que al caer la tarde habrá luz  brillante" ( Zec_14 : 7 )
Es una sorpresa que esto sea así , porque sobre todas las cosas que amenazan  a la hora de la tarde es la oscuridad. Dios  acostumbra  trabajar  mucho más arriba a nuestros miedos y más allá de nuestras esperanzas. El Señor esta declarando: que la oscuridad no se tornará más densa en la medianoche , sino que será , de repente disipada, y nos  alegrará con un  día . Nunca El nos dejará en la desesperación. En los peores momentos confiemos en el Señor, El  aparta la oscuridad,  la sombra de  muerte en la mañana. Cuando se duplica la tarea para hacer más ladrillo aparece  Moisés, Cuando aparece un Goliat parece un David, y cuando viene la tribulación  y la prueba quiere decir que está más cercano el fin de la tribulación y d la prueba. 

Esta promesa debe ayudar a nuestra paciencia. La luz no puede llegar la plenitud hasta que nuestras esperanzas estén muy gastadas porque hemos esperado y luchado todo el día. Para los impíos se pone el sol cuando aún es de día, para el justo se levanta el sol cuando es casi de noche . ¿No podemos esperar con paciencia para que la luz celestial , que puede tardar en llegar , pero está a nuestra disposición ilumine nuestra oscuridad? sí, vale la pena esperar.Ven Señor Jesús, mi alma , toma tu enseñanza y canto a Ti porque tu eres quien me bendecirá en la vida y en la muerte, tu me iluminaras de una manera sorprendente superando todo lo que la naturaleza le ha visto jamás , y será en el  mejor momento.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Un Pueblo Con Valores Incorrectos Trae Su Destrucción

En los pasajes anteriores, vimos como la violación y el asesinato de la mujer del levita, trajo como consecuencia que todo el pueblo de Israel se levantara para ir en contra del pueblo de Benjamín.
Podemos ver en este acto de la unión de todos los pueblos de Israel, la visión de Justicia que ellos todavía mantenían a pesar de no estar completamente obedeciendo a Dios. Los Israelitas se indignaron al ver tal crimen, eso fue  una gran maldad para ellos. Sin embargo para los del pueblo de Benjamín no parecía una gran cosa, quizás ellos estaban acostumbrados a esta clase de cosas.

Existe un valor puesto dentro del ser humano no importando si esta persona sea creyente o no, ese valor lo tiene cada ser humano en su interior y ese valor es la justicia, es por eso que la gente se enardece al ver que hay injusticias y reacciona ante ellas. Sin embargo cuando un pueblo se contamina, pierde sus valores y su dirección se torna peligroso. Todos los demás pueblos pueden ver que lo que hacen esta mal, pero ellos no lo pueden ver para ellos es correcto y bueno. Dios destruyó a los pueblos de Sodoma y Gomorra por su contaminación por que su pecado y maldad habían llegado a niveles impensables, para que los demás pueblos no fuesen contaminados y no pudieran hacer más daño ellos fueron destruidos. El criminal no ve su propia maldad, el cree que es inocente. Más peligroso se torna esto cuando es todo un pueblo.

El pueblo de  Benjamín no solo ocultó a los asesinos y violadores, también lucho por ellos. quizás aquellos hombres fueron parte de los setecientos guerreros que ellos tenían y que podían darle con una piedra a un cabello.

Nos preguntamos ¿por que miles de hombres están dispuestos a morir por una mujer, una mujer que engaño a su marido, una mujer que le abandonó?. Es que el crimen no tiene que ver con la clase de persona que era, el crimen tiene que ver con la condición de seres humanos que todos somos, no importando si somos buenos o malos todos tenemos derecho a vivir. Jesucristo no le importaba la condición de la persona, si era prostituta, pobre o recaudador de impuesto, el podía acercarse a ellos y darles amor y perdón. Pero no fue solo el asesinato, sino también fue la humillación causada a aquella mujer y más que todo al levita, su marido. Este hombre amaba de verdad a su mujer, él le perdonó su engaño, le perdonó su abandono, la buscó y la volvió a amar. El pueblo de Benjamín no fue capaz de hacer justicia sobre sus propios ciudadanos, les permitió hacer lo malo, les dio libertad, les protegió, les ayudó. Pero con el pobre levita y su mujer les dejó estar a solas afuera en una noche en el frio, el la intemperie. ¿Qué clase de sociedad defiende a los maleantes, a los corruptos, a los asesinos, a los violadores? Solo una sociedad que está tan corrupta como ellos, una sociedad que esta ciega, una sociedad que no puede ver las injusticias, una sociedad que goza con los botines de los saqueos de aquellos maleantes y forajidos.

El pueblo de Benjamín era fuerte con gente entrenada para la guerra, con expertos tiradores y con hombres armados con espadas, con una ventaja sobre los otros pueblos, esa ventaja fue su conciencia cauterizada, con esta conciencia podían matar a miles y dormir tranquilos en la noche. Ellos podían saquear a pueblos y no tener remordimiento, se reían de sus maldades, de sus violaciones, de sus asesinatos, de sus injusticias. Había una gran diferencia entre los pueblos de Israel y el pueblo de Efraín. El pueblo de Efraín podía hacer trampa, engañar, hacer sobornos, cometer toda clase de injusticias y no sentir vergüenza.

Pese a que los pueblos de Israel tenían la razón en cuanto a hacer justicia, ellos no pudieron ganar la primera batalla. Ellos tuvieron en el primer encuentro una gran derrota, frente a un ejercito menor que ellos pero bien entrenado y con una gran maldad en su corazón. Murieron veinte y dos mil hombres de Israel, los hombres de Israel lloraron a su muertos. Esto nos habla que aunque tu tengas la razón y quieras hacer justicia, no siempre ganarás en la primera batalla. Para hacer prevalecer la justicia ha que hacer un esfuerzo más, hay que persistir a pesar de las bajas, hay que intentarlo de nuevo pero ahora con más sabiduría con más dirección de Dios. Aunque seas menor que tu enemigo, aunque seas menos experto, aunque estés en desventajas, si buscas como el Pueblo de Israel buscó la dirección de Dios serás premiado con la victoria.

El pueblo de Israel fue por segunda vez a la batalla y perdió la segunda vez. Fue la tercera vez y ganó, ellos fueron hasta el mismo corazón del pueblo donde había sucedido el crimen y allí exterminaron a todos los de aquella ciudad.

Esto nos puede parecer una historia muy interesante, pero esta cargada de verdades que tenemos que aprender como pueblo. Cuando nadie le hace caso a las injusticias y pensamos que no nos atañen o no nos va a tocar a nosotros pasar por esos problemas, estamos en un gran peligro. Cuando Hitler se levantó y comenzó su arremetimiento contra los judíos, todos se alegraron de los males sobre aquellos seres humanos, la gente pensó que era un mal que ellos mismos se habían acarreado por sus avaricia y por su soberbia, nadie criticó, nadie censuró la muerte de seis millones de judíos, pero esto no quedó allí. Se continuaron las eliminaciones, pasaron a los cristianos, luego a los testigos de Jehová, y luego siguieron con diferentes etnias y pueblos europeos. Hitler continuó su conquista de Europa y llegó muy lejos. Cuando los demás países se dieron cuenta de esto era ya muy tarde, ya millones habían sido exterminados y los pueblos del mundo tuvieron que levantarse en guerra contra este peligro a sus puertas.

Dios envía a sus profetas, a sus siervos a declarar la verdad, aunque sea uno, hay que levantarse y decir la verdad y clamar la justicia. La justicia no se debe callar.

"Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada"
Oscar Wilde (1854-1900), dramaturgo y novelista irlandés

Mueren miles de hombres por una Mujer

Jueces 20:1-48
(1) Entonces todos los israelitas, desde Dan hasta Beersebam y Galaad, se reunieron como un solo hombre en Mispá, delante del Señor.
(2) Todos los jefes de las tribus de Israel estaban presentes, y del pueblo de Dios se reunieron cuatrocientos mil soldados de a pie.
(3) Los de la tribu de Benjamín se enteraron de que las otras tribus israelitas se habían reunido en Mispá. Y los israelitas preguntaron al levita cómo había ocurrido aquel crimen.
(4) El levita, marido de la víctima, les dijo:
–Yo llegué con mi concubina a la ciudad de Guibeá, de la tribu de Benjamín, para pasar la noche allí.
(5) Pero esa misma noche los habitantes de la ciudad rodearon la casa en que estábamos alojados, con la idea de matarme, y de tal manera abusaron de mi concubina, que murió.
(6) Entonces yo tomé el cadáver y lo descuarticé, y mandé los pedazos por todo el país para que en todo Israel se enteraran de este crimen tan infame.
(7) A vosotros os toca ahora, como israelitas, opinar y decidir lo que se debe hacer.
(8) Como un solo hombre se pusieron todos de pie y dijeron:
–Ninguno de nosotros volverá a su tienda o a su casa.
(9) Lo que haremos es echar a suertes quiénes han de atacar Guibeá.
(10) Uno de cada diez hombres de todas las tribus se encargará de conseguir comida para el ejército; los demás irán a dar su merecido a Guibeá por esta infamia que se ha cometido en Israel.
(11) Todos los israelitas se unieron, como un solo hombre, para atacar la ciudad.
(12) Mandaron mensajeros por todo el territorio de la tribu de Benjamín, a decirles: "¿Qué crimen es este cometido por algunos de vosotros?
(13) Entregadnos a esos pervertidos que están en Guibeá, para que los matemos y purifiquemos a Israel de esa maldad."
Pero los de Benjamín no hicieron caso a sus hermanos israelitas,
(14) sino que los benjaminitas de todas las ciudades se juntaron en Guibeá para pelear contra los demás israelitas.
(15) Los soldados alistados de las ciudades de Benjamín fueron veintiséis mil, sin contar setecientos hombres escogidos que eran de Guibeá.
(16) Entre todos ellos había setecientos zurdos que manejaban tan bien la honda que podían dar con la piedra a un cabello, sin fallar nunca.
(17) Por su parte, los otros israelitas reunieron cuatrocientos mil guerreros experimentados.

(18) Los israelitas fueron a Betel, y allí consultaron a Dios para saber qué tribu debía atacar primero a los de Benjamín. El Señor les respondió que Judá sería la primera.
(19) Así pues, los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá.
(20) Avanzaron contra los de Benjamín y se situaron frente a Guibeá en orden de batalla.
(21) Pero los de Benjamín salieron de la ciudad, y aquel día mataron a veintidós mil israelitas.
(22) Por eso los israelitas fueron a Betel a lamentarse en presencia del Señor hasta el anochecer, y allí le consultaron si debían volver a atacar a sus hermanos de la tribu de Benjamín. Como el Señor les ordenó atacar, cobraron ánimo, y al día siguiente volvieron a presentar batalla contra los benjaminitas en el mismo lugar donde la habían presentado el día anterior.
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(25) Pero por segunda vez los benjaminitas salieron de Guibeá a atacarlos, y mataron a otros dieciocho mil soldados israelitas.
(26) Entonces todos los soldados de Israel y todo el pueblo fueron nuevamente a Betel, a lamentarse delante del Señor. Todo el día lo pasaron sin comer, y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación.
(27) En aquel tiempo, el arca del pacto de Dios estaba en Betel, y su sacerdote era Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón. Y los israelitas consultaron al Señor: "¿Debemos atacar una vez más a nuestros hermanos de la tribu de Benjamín, o es mejor que nos demos por vencidos?" El Señor les dijo: "Atacad, que mañana yo os daré la victoria."
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(29) Entonces algunos soldados israelitas se escondieron alrededor de Guibeá,
(30) mientras los demás marchaban aquel tercer día contra los de Benjamín y se colocaban en orden de batalla frente a Guibeá, como las otras dos veces.
(31) De nuevo, los de la tribu de Benjamín salieron de la ciudad y se alejaron de ella para atacar a los israelitas. Lograron matar a unos treinta israelitas por los caminos de Betel y Guibeá, y por los campos,
(32) y creyeron que los israelitas huían de ellos, derrotados como las dos veces anteriores. Los israelitas, sin embargo, se estaban alejando de la ciudad para que el enemigo los persiguiera hasta los caminos.
(33) De pronto los israelitas salieron de donde estaban y se colocaron en orden de batalla en Baal-tamar; por su parte, los que estaban escondidos en la pradera, alrededor de Guibeá, abandonaron sus escondites
(34) y atacaron la ciudad. Eran diez mil de los mejores guerreros israelitas los que atacaron a Guibeá. La lucha fue dura, y los de Benjamín no sabían que estaban a punto de perder.
(35) El Señor dio a los israelitas la victoria sobre los benjaminitas, y aquel día los israelitas mataron veinticinco mil cien soldados de la tribu de Benjamín.
(36) Entonces los benjaminitas se dieron cuenta de que habían perdido.
Los israelitas se habían ido retirando ante el ataque de los benjaminitas, porque confiaban en los hombres que estaban escondidos para atacar a Guibeá.
(37) Estos hombres atacaron por sorpresa a Guibeá y mataron a filo de espada a todos los de la ciudad.
(38) Los que estaban escondidos para atacar la ciudad se habían puesto de acuerdo con los otros israelitas, para avisarlos con una gran columna de humo cuando hubieran tomado la ciudad.
(39) En el momento en que los israelitas que parecían huir vieran la columna de humo, se volverían y harían frente a los de Benjamín.
Los benjaminitas lograron matar a unos treinta israelitas, y entonces se confiaron pensando que los habían derrotado como en la primera batalla;
(40) pero en esto empezó a salir humo de la ciudad, y cuando los benjaminitas miraron atrás, las llamas y el humo de la ciudad entera llegaban al cielo.
(41) Entonces los israelitas les hicieron frente, y los benjaminitas se acobardaron al darse cuenta del desastre que se les venía encima.
(42) Salieron huyendo de los israelitas por el camino del desierto, pero no podían escapar, pues los que salían de la ciudad les cortaban el paso y los mataban.
(43) Los benjaminitas quedaron rodeados por los israelitas, los cuales los persiguieron y los fueron aplastando desde Menuhá hasta el oriente de Guibeá.
(44) Así murieron dieciocho mil soldados de la tribu de Benjamín.
(45) Los demás se volvieron y salieron huyendo hacia el desierto, en dirección a la peña de Rimón, pero cinco mil de ellos fueron muertos en los caminos. Los israelitas siguieron persiguiéndolos, y los destrozaron, matando a dos mil hombres.
(46) En total, aquel día murieron veinticinco mil de los mejores soldados de la tribu de Benjamín.
(47) Pero seiscientos benjaminitas se volvieron y huyeron hacia el desierto, y se quedaron cuatro meses en la peña de Rimón.
(48) Los israelitas atacaron luego a los demás benjaminitas y pasaron a cuchillo a los hombres de cada ciudad, matando animales y todo lo que encontraban a su paso, y quemando las ciudades.
 

Criminales dentro de Un Pueblo

Jueces  19:1-30
(1) En los días en que aún no había rey en Israel, un levita que vivía en la parte más lejana de los montes de Efraín tomó como concubina a una mujer de Belén de Judá.
(2) Pero ella, habiéndose enojado con él, se fue a vivir a Belén, con su padre. Al cabo de cuatro meses,
(3) el levita fue a buscarla para convencerla de que volviera con él. Llevó un criado y dos asnos, y ella le recibió en casa de su padre.
(4) También el padre le recibió con alegría, y le invitó a quedarse con ellos. El levita y su criado se quedaron tres días en casa del padre de ella, comiendo, bebiendo y durmiendo,
(5) y al cuarto día por la mañana se levantaron temprano para irse. Pero cuando ya se iban, el padre de la muchacha dijo a su yerno:
–Come aunque sea un pedazo de pan antes de irte, para que tengas fuerzas.
(6) Los dos se sentaron juntos a comer y beber, y el padre de ella le pidió que se quedara y pasara contento una noche más.
(7) Y aunque el levita se levantó para irse, su suegro le insistió tanto, que se quedó.
(8) Al quinto día, el levita se levantó temprano para irse, pero otra vez el padre de la muchacha le rogó que comiera algo antes de salir, para que recobrara las fuerzas; así que comieron juntos hasta que se hizo tarde.
(9) Cuando el levita se levantó para irse con su concubina y su criado, su suegro le hizo ver que ya era muy tarde y que el día estaba terminando, y le invitó a quedarse otra noche y pasarla contento, y salir al otro día temprano.
(10) Pero el levita no quiso quedarse otra noche más, sino que se fue con su concubina, su criado y sus dos asnos ensillados. Cuando tuvieron ante ellos a Jebús, es decir, Jerusalén,
(11) el criado dijo al levita:
–¿Qué te parece si pasamos la noche en esa ciudad de jebuseos?
(12) El levita le respondió:
–No vamos a ir a ninguna ciudad que no sea israelita. Sigamos hasta Guibeá,
(13) y procuremos pasar la noche, sea en Guibeá o en Ramá.
(14) Así pues, siguieron adelante, y cuando el sol se ponía llegaron a Guibeá, ciudad de la tribu de Benjamín.
(15) Entonces se apartaron del camino y entraron en Guibeá  para pasar la noche, y el levita fue y se sentó en la plaza de la ciudad, porque nadie les ofrecía alojamiento.
(16) Por fin, ya de noche, pasó un anciano que regresaba de trabajar en el campo. Este anciano era de los montes de Efraín y vivía allí como forastero, pues los que vivían en Guibeá eran de la tribu de Benjamín.
(17) Cuando el anciano vio en la plaza al viajero, le preguntó:
–¿De dónde vienes y a dónde vas?
(18) El levita respondió:
–Estamos de paso. Venimos de Belén de Judá y vamos a la parte más lejana de los montes de Efraín, donde yo vivo. Estuve en Belén, y ahora voy de regreso a casa, pero no he encontrado aquí a nadie que me dé alojamiento.
(19) Tenemos paja y forraje para mis asnos, y pan y vino para nosotros, es decir, para mi mujer, para mi siervo y para mí. No nos falta nada.
(20) Pero el anciano le respondió:
–Sé bienvenido. Yo me haré cargo de todo lo que necesites. No voy a permitir que pases la noche en la plaza.
(21) El anciano los llevó a su casa, y mientras los viajeros se lavaban los pies, y comían y bebían, él dio de comer a los asnos.
(22) En el momento en que más contentos estaban, unos hombres pervertidos de la ciudad rodearon la casa, y empezaron a golpear la puerta y a decirle al anciano, dueño de la casa:
–¡Saca al hombre que tienes de visita! ¡Queremos acostarnos con él!
(23) Pero el dueño de la casa les rogó:
–¡No, amigos míos, por favor! ¡No cometáis tal perversidad, pues este hombre es mi huésped!
(24) Mirad, ahí está mi hija, que todavía es virgen. Y también está la concubina de este hombre. Voy a sacarlas para que las humilléis y hagáis con ellas lo que queráis. Pero con este hombre no cometáis tal perversidad.
(25) Pero ellos no hicieron caso al anciano, así que el levita tomó a su concubina y la echó a la calle, y aquellos hombres la violaron y abusaron de ella toda la noche, hasta que amaneció. Entonces la dejaron.
(26) Ya estaba amaneciendo cuando la mujer regresó a la casa del anciano, donde estaba su marido, y cayó muerta delante de la puerta.
(27) Cuando su marido se levantó y abrió la puerta para seguir su camino, se encontró a su concubina tendida ante el umbral de la puerta, con las manos sobre el umbral.
(28) Entonces le dijo:
–Levántate y vámonos.
Pero ella no respondió. Entonces él colocó el cadáver sobre un asno y se puso en camino hacia su casa.
(29) Al llegar tomó un cuchillo, descuartizó el cadáver de su concubina en doce pedazos y los mandó por todo el territorio de Israel.
(30) Todos los que lo veían, decían:
–Desde que los israelitas salieron de Egipto, nunca se había visto nada semejante. Hay que pensar en esto y decidir lo que haremos al respecto.

 
 
 

lunes, 2 de diciembre de 2013

El Santo Ejemplo Poderosa Compañía

 "He puesto el Señor siempre delante de mí : Porque está á mi diestra , no seré conmovido " ( Salmo 16 : 8 )Esta es la manera correcta de vivir. Con Dios siempre delante de nosotros ,  y así vamos a tener la compañía más noble , el ejemplo más sagrado , el consuelo más dulce, y la influencia más poderosa.

Este debe ser un acto decidido de la mente. El Salmista dice "He puesto ", debe mantener esto como un conjunto: el ojo y el oído. Siempre tenga un ojo al ojo de Jehová y un oído la voz de Jehová - Este es el estado correcto para el creyente. Dios está cerca, llenando el horizonte de su visión , lo que lleva le lleva al camino de su vida, y a pensar en el tema de su meditación. ¿Qué vanidades debemos evitar , qué pecados  debemos superar , qué virtudes  debemos exponer,  alegrías debemos experimentar si tenemos efectivamente establecido a el Señor siempre delante de nosotros! ¿Por qué no?
Esta es la manera de estar a salvo. El Señor estando siempre en nuestras mentes, llegamos a sentir la seguridad y certeza a causa de su estar tan cerca . Está en nuestra mano derecha para guiarnos y ayudarnos , y por lo tanto no somos movidos por el miedo , ni la fuerza, ni el fraude, ni la inconstancia . Cuando Dios está a la mano derecha de un creyente, siempre saldrá con vida de toda situación. Vamos, pues, somos herederos de la verdad! si repunta contra mí como una tempestad furiosa, la tormenta puede existir pero no seré tocado, porque Dios me guarda como guardó a los amigos de Daniel en el horno de fuego. Dios me sostiene esta tiene que ser mi declaración. Dios está conmigo debe ser mi pensamiento. Entonces me pregunto yo mismo ¿De quién temeré ?