Siempre escuchamos a muchos decir que Dios los ha cambiado,
ellos hablan acerca de la nueva vida que llevan, pero te haces la pregunta ¿Por qué no creces
espiritualmente? También te preguntas que a pesar que estas aprendiendo acerca
de Jesucristo, no vives como él dice que debes vivir?. Por otra parte tal vez
llevas muchos años como cristiano, pero aún el día de hoy no te sientes como un
verdadero cristiano.
¿Cuál será el problema?
Teorías Decadentes
Déjame decirte que hay cosas que pensamos que no son
ciertas, ni están respaldadas por la palabra.
Una de las cosas que pensamos que suceden inmediatamente es
que el cambio de vida sucede inmediatamente con la salvación. Todos venimos a
Cristo Jesús pero pensamos que nuestras costumbres y carácter cambian seguidamente.
Es un hecho que Jesucristo conmueve el destino eterno de aquel que le recibe, por
esto creemos que el cambio debe ocurrir inmediatamente. El cambio en una vida
puede ser gradual, puede ser rápido, eso va a depender de la personalidad,
circunstancias y propósitos de Dios para la persona. Dios mudo el corazón de
Saúl en un día, y fue convertido en otro hombre, pero él deseó buscar
desobedecer a Dios. David era de un corazón de acuerdo al corazón de Dios pero
Dios lo fue procesando poco a poco. Pasa
con un creyente, cuando este llega a la salvación entonces comienza un trabajo
del Espíritu Santo con su carácter y corazón para transformarlo en la persona
que Dios quiere que llegue a ser a la medida y plenitud de Cristo Jesús. La
Biblia nos habla de que debemos transformarnos por medio de la renovación de
nuestro entendimiento.
Otra idea que tenemos es que el cambio de vida sucederá poco
a poco con el tiempo y que crecemos espiritualmente con los años, cuanto más años tenemos en la
salvación, somos más maduro, mientras tenemos menos años somos menos maduros. Creemos que la fe siempre crece con el tiempo
y que no se detiene, mientras más tiempo más fe. Esto no es verdad una persona
puede tener toda su vida de conocer la salvación y ser un niño espiritual.
Pablo tuvo que hablarles a unos hermanos de una iglesia en Asia y les dijo que
solamente les dio leche y no comida sólida, porque eran niños espirituales a
pesar de la cantidad de tiempo que tenían.
Otra idea que tenemos es que el cambio vendrá cuando
intentamos y ponemos toda nuestra capacidad y voluntad en cambiar. Lo que
creemos es que si lo intentamos con todas nuestras fuerzas lograremos cambiar.
Esta idea esta errada.
Otra idea que solemos tener es que él cambio vendrá cuando
lo hacemos solos. La idea de buscar a Dios solo, estar solamente con Él,
aislarse, mucha oración solo, mucha palabra solo, ayunos solos. Pero esta idea también
es una idea errada. Dios no nos cambia así.
En filipenses 2:13-14. Podemos encontrar cómo Pablo nos dice
la forma que Dios nos cambia.
Porque Dios es quien
obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito. Haced
todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones.
La vida del creyente no es una experiencia de una montaña
rusa, subir y bajar, en cambio es un proceso de Dios, en el que Dios se incorpora
a nosotros. El cambio de Dios en nosotros sucede cuando Dios actúa en nosotros,
nosotros actuamos en nosotros, otros creyentes actúan en nosotros, la palabra
de Dios actúa en nosotros, el Espíritu de Dios actúa en nosotros y hacemos las
cosas como Dios quiere que la hagamos. El cambio es iniciado por Dios, Él nos
entrena, nos enseña, y lo hacemos en equipo, con nuestros hermanos.
Dios es el originador de este cambio. Este proceso comienza cuando nos
unimos al equipo de Dios. La Biblia
señala que somos creados en Cristo Jesús para hacer buenas
obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Dios
primero trabaja dentro de nosotros, luego pasamos a realizar obras diseñadas
para nosotros. La fuerza y entusiasmo para realizar ese trabajo proviene de
Dios el cual la produce en nosotros para que la queramos y la hagamos.
Cuando llegamos a la salvación comienza
en nosotros el proceso por el cual el Espíritu Santo nos va restaurando, va
conquistando áreas internas en nuestras vidas, áreas, que estaban dañadas las
repara y restaura, áreas que estaban muertas, las resucita, áreas que estaban
sucias las limpia. En nuestro interior comienza una lucha por el cambio.
Nuestra vieja naturaleza no quiere el cambio, ahora nosotros poseemos una nueva
naturaleza que puede presentar pelea a esta vieja naturaleza y estar de acuerdo
a Dios. Dios se va adueñando de nosotros
y tomando cada pensamiento de rebeldía que se levanta en contra de su
conocimiento.
¿Cómo
Se Produce El Cambio Interior?
Dios
produce el cambio en nosotros a través de Su Palabra. Su palabra es útil
para enseñarnos, guiarnos, corregirnos, instruirnos en justicia. Si queremos
ver verdaderos cambios en nuestra vida tenemos que dejarnos influenciar por la
Palabra de Dios y permitir que nos cambie y corrija.
Dios
nos cambia a través del Espíritu Santo. El Espíritu Santo está encargado de cambiarnos,
de convencernos de todo lo malo, de llevarnos a la verdad y de consolar
nuestras heridas y traumas. El Espíritu Santo nos enseña, a la medida que nos
llena de energía y poder para realizar obras de bien. El Espíritu Santo nos
lleva a la Palabra precisa que puede ayudarnos y nos hace descubrir la verdad de
nosotros mismos, nos muestra cómo podemos progresar en el camino del reino y
nos ayuda a limpiarnos.
Dios
usa los problemas, las circunstancias, las heridas, los momentos de zozobra y
tiempos difíciles para cambiarnos. El dolor te hace prestar atención, cada
momento de dificultad dolor o angustia, venga de las circunstancias, las
personas o del reino de las tinieblas Dios lo usará para cambiarte cada vez más
a la imagen de Su Hijo Jesucristo.
Para
cambiar tienes que trabajar. La Salvación es gratuita, el cambio requiere
trabajo. Para cambiar necesitas hacerlo como si tienes que lograr un éxito en
una competencia y necesitas prepararte, esta preparación es una preparación
espiritual.
Intentar cambiar no es la idea de Dios.
Prepararte para el cambio es lo que Dios te pide. Cuando la gente lo intenta,
puede que lo logre o no lo logre, tal vez se canse o se desilusione y se dé por
vencido. Cuando se trata de hacer algo que nunca se ha hecho no se puede
solamente intentar, hay que tener una disciplina de entrenamiento, hay que
esforzarse cada vez más para ir a la meta. Pablo lo ve como una carrera donde
hay que entrenarse, y donde hay que poner toda la atención disciplina y constancia.
Pablo lo hace ver como aquel que quiere vivir una vida militar, entonces deja
todo lo demás y se enfila hacia su meta final. La disciplina es una de las herramientas que
Dios usa para cambiarnos, la usamos nosotros mismos para cambiarnos, la usan
nuestros hermanos para cambiarnos.
Para
cambiar necesitas de enseñanzas. La palabra dice que mi pueblo perece
porque le faltó conocimiento. Pablo fue el maestro, los demás sus discípulos,
los alumnos deben ser fieles a las enseñanzas de sus maestros si quieren
cambiar. Jesucristo les enseñó a sus discípulos, Moisés a Josué. El cambio
ocurre cuando nos sometemos bajo la dirección de otro que sabe más que
nosotros, que nos guía con su experiencia y que nos da de lo que tiene para
ayudarnos a cambiar. Cuando nos abrimos a ser enseñados mostramos que estamos
cambiando hacia la madurez. Las grandes tragedias del pueblo de Dios fue no
seguir a sus líderes espirituales. El maestro debe preparar la enseñanza para
que sea digerida por el alumno, el alumno debe comer esa enseñanza y digerirla,
el maestro puede darla pero no puede digerir por el alumno.
El
cambio ocurre cuando nos integramos a un equipo y somos afectados por la manera
de pensar de ese equipo. “Dime con quién andas y te diré quién eres” es una
frase muy conocida. Las acciones de otras personas pueden hacer que una persona
cambie su forma de pensar y actuar. Cuando nos integramos a otros creyentes,
que son el cuerpo de Cristo entonces comenzamos a cambiar, los hacemos parte de
nuestras vidas, les amamos, les ayudamos, son más que nuestra familia, pensamos
cada momento en ellos, oramos por ellos, son parte de nosotros y nosotros somos
parte de ellos. Hacemos las cosas espirituales juntos, adoramos juntos,
aprendemos juntos, pedimos a Dios juntos y lloramos juntos, pero también nos
alegramos con los demás. La palabra señala que el que no ama a su hermano no
conoce a Dios.
¿Deseas cambiar pero hay cosas que te
frenan?
¿Estás apoyando tu vida en la palabra
de Dios?
¿Estás dejando que sea el Espíritu
Santo que te hable a tu corazón?
¿Ante el dolor, el sufrimiento, los
momentos difíciles prestas atención a lo que Dios quiere decirte?
¿Estas trabajando con disciplina y entrenándote
en tu vida espiritual?
¿Eres dócil para recibir las enseñanzas
de tus maestros espirituales o eres rebelde?
¿Estás integrado a otro creyente para
buscar a Dios, alabarle. Amas a tus hermanos en la fe?
Dios puede cambiar tu vida pero debes permitírselo…
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