Dios nos mira con ojos de amor y de misericordia, delante de
sus ojos somos amados y aceptados. Sin embargo cómo nos miramos nosotros mismos
es donde estriba muchas veces el problema,
nuestra mirada de nuestro ser y de nuestras capacidades muchas veces nos
limitan nos reducen y hasta nos angustian y deprimen. Es que estamos viendo
nuestra vida y nuestro ser con la mirada equivocada.
Cambiar nuestra
perspectiva de nosotros mismos es una tarea que debemos emprender y acentuar,
para poder avanzar acordes con lo que Dios nos ha diseñado en nuestro
propósito. No sirve de mucho que
lleguemos a la cima pero allí estemos solos o con una gran depresión o nos
sintamos mal con nosotros mismos. Tenemos el
éxito aparente pero no tenemos la visión sobre nosotros mismos que
deberíamos tener. No es tener un acepto errado de nosotros mismos o vernos más
de lo que somos, es aceptarnos con nuestros errores, querer cambiar, saber que
somos amados y saber que podemos existir con un aceptación del bien y la
misericordia de Dios. Es amarnos a nosotros mismos, sin dejar de amar a Dios y
sin dejar de amar a nuestro prójimo. Después de todo esta es la piedad: Amar a
Dios sobre Todas las cosas, amar a nuestro prójimo y amarnos a nosotros mismos.
Son los pilares fundamentales de la existencia del ser humano y de los
creyentes en Cristo.
En la Biblia dice que Dios deseaba que el pueblo de Israel
rompiera las cuerdas de impiedad que había construido en sus vidas, en lugar de
largos años y largas ceremonias de ritual religioso Dios quiere que desechemos toda
impiedad y la impiedad es la falta de amor hacia Dios, hacia el prójimo y hacia
nosotros mismos. Jesucristo lo señaló una vez, ama a tu prójimo como te amas a
ti mismo. Si no logramos tener esa visión de Dios sobre nosotros no podremos
amar a nuestro prójimo como Dios quiere que le amemos. Hoy decide amarte y
cuidarte, hoy decide verte de una forma diferente, para Dios eres una persona
formidable.
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