Isaías 40.28-31
Dios tiene un propósito y un plan para su vida, y su tiempo es perfecto. A veces, Él responde nuestras oraciones con un “sí” o un “no”. Pero, en otras ocasiones, dice: “Ahora no”. Cuando este sea el caso, podemos aprovechar las ricas recompensas que recibimos mientras esperamos.
Una bendición muy práctica es que Dios nos fortalece mientras nos apoyamos en Él. Isaías 40.31 habla de un águila que se remonta a las alturas —una metáfora adecuada de cómo el creyente que obedece al Señor será levantado y sostenido por el Espíritu Santo. De hecho, es interesante notar que la palabra hebrea para “viento” y “espíritu” vienen de la misma palabra: ruach.
Cuando enfrentemos una decisión difícil, lo fundamental es aprender a esperar. No hay ningún versículo de las Sagradas Escrituras que nos diga que debemos tomar las riendas de nuestra vida y encargarnos de librar nuestras batallas. Dios es quien lo hace a nuestro favor (2 Cr 20.15), pero debemos ser pacientes y confiar en Él.
Cuando David enfrentaba sus batallas más grandes, esperaba en el Señor. Dios lo sacó del foso de la muerte y lo plantó en tierra firme (Sal 40.1-3 NVI). Él hará lo mismo por usted. Cuando usted le obedece, el Señor le da las fuerzas para hacer las cosas que Él requiere; su Espíritu hace por usted lo que le resultaría imposible hacer por sí solo.
Al leer la Biblia, vemos que cada vez que un fiel servidor de Dios ganaba una victoria era porque estaba esperando y confiando en el Señor. De la misma manera, usted podrá experimentar la victoria si espera en Él.
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