viernes, 5 de junio de 2015
El Buen Pastor
Muchas veces, Dios es retratado en las Sagradas Escrituras de una manera fácil de entender para nosotros. Uno de los pasajes más conocidos y favoritos de la Biblia es el Salmo 23, que comienza así: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”. Aquí, David ofrece una emotiva y conmovedora imagen de Dios, describiéndole como un pastor de ovejas.
En la antigüedad, los pastores tenían una relación especial con sus rebaños. Pasaban el día con los animales, los guiaban por el camino, los protegían de peligros y metían en el corral a los que vagaban. Para las ovejas, el pastor era un compañero constante, hasta el punto de que los animales realmente llegaban a reconocer su voz y, por tanto, a responder solamente a su llamado.
En el Salmo 23, David reconoce su posición como la de una oveja bajo la dirección del Gran Pastor. Como tal, se regocija porque él es parte del “rebaño” del Señor, y por ser Dios un Guía tan tierno y misericordioso.
Por la seguridad que tenía de la protección y la guía del Señor, David fue capaz de exclamar categóricamente: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (v. 4). Esta es verdaderamente una declaración admirable porque revela que, aunque David estaba consciente de que iba a enfrentar tiempos difíciles, podía descansar en la confianza de que Dios lo sacaría adelante en la prueba.
Así como un pastor conoce a sus ovejas, Dios le conoce a usted. Dele gracias hoy porque le permite apacentarse en el prado de sus bendiciones.
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