miércoles, 10 de junio de 2015

Cómo mantener una mente clara

 Romanos 12.1, 2

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

La mente humana es una creación de Dios maravillosa. Nada en el mundo puede compararse con sus capacidades o su creatividad. Controla nuestros sentimientos, pensamientos, palabras, actitudes y conducta. Lo que llegamos a ser y lo que logramos, se debe en gran parte a la manera que pensamos. ¿No tendría sentido dejar que Aquél que nos creó guíe nuestro razonamiento?

Una mente clara es la que está en armonía con la Palabra de Dios, y controlada por su Espíritu. Cuando el Señor tiene autoridad sobre nuestros pensamientos, el discernimiento guardará nuestra perspectiva. Él nos capacita para mirar más allá de lo evidente y para ver las situaciones como son en realidad. Podemos distinguir no solo entre lo bueno y lo malo, sino también entre lo bueno y lo mejor. El Señor nos ha concedido la capacidad de pensar acertadamente, no importa los desafíos que podamos enfrentar.

Pero esa clara y enfocada manera de pensar debe ser adoptada adrede y mantenida celosamente. Si no batallamos contra la influencia del mundo, pronto tendremos una mente fragmentada, incapaz de centrarse en las cosas espirituales, ya que está llena y atascada con pensamientos y preocupaciones mundanas. Tenemos que examinar cuidadosamente lo que permitimos que entre a nuestra mente.
Una mente renovada comienza con la entrega al Señor. Hasta que no le dé autoridad total sobre sus pensamientos, usted no tendrá ningún poder para limpiar el desorden que le impide vivir dentro de la voluntad de Él. Pero si se rinde al Señor y llena su mente con su Palabra, Él transformará su vida.

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