1 Juan 5:10-13. Reina-Valera 1960.
10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el
testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no
ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha
dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
13 Estas cosas os he escrito a vosotros que
creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y
para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
a) Somos salvos y lo sabemos. b)Creemos que
somos salvos, pero no lo somos. c) No pretendemos ser salvos. d) No somos
salvos, pero quisiéramos serlo.
¿En qué categoría se encuentra usted? La
salvación es la redención de Dios del creyente —por medio de Jesucristo— de
todas las consecuencias del pecado. Es la obra de Dios en el corazón humano, y
está acompañada por todos los beneficios que Él nos concede ahora mismo y por
la eternidad.
Necesitamos saber más allá de toda sombra de
duda dónde pasaremos la eternidad. Esta certeza está al alcance de cada uno de
nosotros. ¿Tiene usted esa clase de seguridad? Si no está seguro de que tiene
la salvación eterna, le invito a tomar esta importantísima decisión ahora
mismo.
Primero, esté consciente de que Dios desea
salvar a todos (1 Ti 2.4), y también ha provisto el medio de
la salvación, por medio de su Hijo (Jn 3.16). Él nos ha dicho que debemos creer en
Jesucristo (Hch 16.31), y debemos confesar al Señor
delante de los hombres (Ro 10.10).
Nuestro Padre celestial es fiel para cumplir
sus promesas. Si usted pone su fe en Jesucristo como su Salvador personal, Él
le salvará de su pecado y le dará la bienvenida en su familia (Jn 1.12). La vida eterna será suya. Él ofrece
este regalo de pura gracia a todos los que crean en su Hijo. ¿Lo aceptará
usted?
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