Santiago 4.6-10
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. ¡Esa es una promesa maravillosa! Si venimos a Él sumidos, arrepentidos y humillados, Él actúa de inmediato con su perdón, su amor y su aceptación. No hay espacio para la autosuficiencia en esta relación. Solo en la humildad de la impotencia descubrimos la suficiencia de su presencia.A primera vista, puede parecer que somos nosotros los que iniciamos esta relación, pero en realidad es Dios quien ha tomado la iniciativa; simplemente estamos respondiendo a su invitación (Jn 6.44). Muchas veces, el Señor usa situaciones y dificultades para captar nuestra atención y estimular nuestra sed de Él. Lo que nos parece que es una situación dolorosa o desesperante es su invitación para que nos acerquemos a Él.
Incluso nuestros mayores fracasos y pecados pueden llevarnos a Cristo, cuando buscamos el perdón del Padre. Con una actitud de humilde arrepentimiento podemos iniciar una relación más íntima con Dios. Pero si continuamos viviendo en rebeldía y no estamos dispuestos a reconocer nuestro pecado y arrepentirnos, Él no se acercará a nosotros para revelarnos más de sí. El pecado bloquea siempre la capacidad de conocer al Señor.
¿Ha permitido que la adversidad o el fracaso le alejen de Dios en vez de acercarle a Él? Para poner distancia entre usted y Jesucristo, Satanás utilizará engañosamente las mismas situaciones que el Señor puede utilizar para acercarle a Él. No permita que el enemigo gane la batalla. Por el contrario, resista al diablo, y él huirá de usted ( Stg 4. 7).
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