Salmos 37:1-8. Reina-Valera
1960.
1 No te impacientes a causa de los
malignos,
Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
2 Porque como hierba serán pronto
cortados,
Y como la hierba verde se secarán.
Y como la hierba verde se secarán.
3 Confía en Jehová, y haz el bien;
Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
4 Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
5 Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
Y confía en él; y él hará.
6 Exhibirá tu justicia como la luz,
Y tu derecho como el mediodía.
Y tu derecho como el mediodía.
7 Guarda silencio ante Jehová, y
espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.
8 Deja la ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna a hacer lo malo.
No te excites en manera alguna a hacer lo malo.
El pasaje de hoy promete, “[Jehová] te concederá las peticiones de tu corazón” (v. 4). Pero también menciona tres requisitos para esa promesa: tenemos que deleitarnos en el Señor, debemos confiar en su plan y necesitamos descansar en Él. Descansar en el Señor es una de las tareas más difíciles que debemos acometer.
Descansar puede parecer fácil, pero requiere confianza sobrenatural, ya que por nuestra debilidad humana, tenemos la tendencia a inquietarnos. La ansiedad quita de nuestra mente el gozo y la confianza en el Señor. Los tres requisitos están relacionados entre sí. Debemos pasar tiempo con Dios para aprender a confiar en Él y encomendarle nuestro camino; y entonces, descansar y deleitarnos realmente en Él.
Esperar con paciencia que el Señor actúe es una de las pruebas más difíciles de nuestra madurez espiritual. Cuanto más fuerte es nuestro deseo, más corto es nuestra mecha para que se produzca el estallido. A veces, queremos desesperadamente darle a Dios un cronograma, pero el descanso inquebrantable se encuentra solo en su agenda. Solamente Él entiende cada circunstancia y conoce el momento preciso cuando su respuesta a nuestra oración producirá el máximo beneficio. Corremos el riesgo de cosechar frustraciones, pérdidas y dolor cada vez que nos adelantamos a su divino plan.
Antes de levantarse de la cama cada día, ore de la siguiente manera: Padre, quiero darte gracias por concederme los deseos de mi corazón. Hoy, voy a deleitarme en ti, encomendarlo todo a ti y a descansar en el conocimiento de que tienes todo bajo control.
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