Y dijo Eli á Samuel: Ve, y acuéstate: y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, que tu siervo oye. Así se fué Samuel, y acostóse en su lugar. Y vino Jehová, y paróse, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, que tu siervo oye. 1 Samuel 3:9-10
Oír a Dios es el resultado de una actitud de humildad, pureza, calma, desprendimiento, silencio que nos permite ver y saber la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Cuando no pensamos primeramente en nosotros mismos, cuando no buscamos nuestro bienestar primero sino el bienestar de los demás, si entendemos que las circunstancias que pasamos son tratos de Dios para nuestra vida, alli tenemos la oportunidad de tomar lo que Dios nos quiere decir.
Debemos dejar de prestar atención a la voz del hombre y abrir nuestros oidos espirituales a la voz de Dios. Este mundo esta lleno de voces, de gritos que no tienen claridad, pero la voz de Dios es una voz que trae paz a nuestras almas y es una voz eterna llena de gloria.
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