El nombre
dado por Cristo al Espíritu Santo. En la palabra original es Paracleto, y
significa primer Defensor, defensor, ayudante, fortalecedor, así como
consolador. Se refiere a que el Espíritu Santo nos da consuelo, aliento y nos
reconforta en situaciones críticas.
...yo os
digo la verdad: Os es necesario que yo vaya: porque si yo no fuese, el Consolador
no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré. Juan 16:7
Hay personas
que nos alivian las penas. Pero a veces
las cosas se ponen tan difíciles que ni aún ellos pueden ayudarnos en nuestro
dolor. El único que puede hacerlo es el Espíritu Santo en todo momento. Si
queremos recibir su consuelo tenemos que confiar en él.
El Espíritu
Santo también nos da testimonio y nos indica que somos hijos de Dios.
Porque el
mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Romanos
8:16.
“Se venden cinco gorriones por dos monedas de
poco valor, ¿no es verdad? Sin embargo, ni uno de ellos está olvidado delante
de Dios. Pero hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados.
No tengan temor; ustedes valen más que muchos gorriones” (Lucas 12:6, 7).
Tenemos un
valor enorme para el Espíritu Santo.
“Con un amor
hasta tiempo indefinido te he amado. Por eso te he atraído con bondad amorosa”
(Jeremías 31:3).
El Espíritu
Santo nos ama con un amor inmenso.
El Espíritu
Santo también nos hace clamar a Dios como Padre.
Porque no
habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre. Romanos
8:15.
El Espíritu
Santo nos hace salir del temor y esclavitud.
Porque no
habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre. Romanos
8:15
De igual
manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como
es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no
pueden expresarse con palabras. (Romanos 8:26 DHH)
Hay momentos
que nos sentimos muy desalentados, y nos dejamos someter por esas emociones
negativas. El Espíritu Santo nos da fuerzas: “Sean animosos y fuertes. No
tengan miedo ni sufran un sobresalto delante de ellos, porque Jehová tu Dios es
el que marcha contigo. No te desamparará ni te dejará enteramente” (Deu. 31:6).
El Espíritu
Santo nos produce gozo y paz haciéndonos abundar en esperanza cuando el mundo
no tiene ninguna.
Y el Dios de
esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en esperanza
por la virtud del Espíritu Santo. Romanos 15:13
Y la
esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios está derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos es dado. Romanos 5:5.
En esto
conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.
1 Juan 4:13
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