El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto. - Juan 15: 5.
Que la hermosura del Señor nuestro Dios sea sobre nosotros. Salmo 90:17.
Como un perfume en un jarrón de arcilla
Lo impregna con una fragancia no propia,
Así que, cuando Señor Tu moras en un alma mortal,
Toda la dulzura del Cielo aparece alrededor de ella exparcida.
Algunas miradas de verdadera belleza pueden verse en los rostros, que habitan en la verdadera mansedumbre. Hay
una armonía en el sonido de esa voz a la cual el amor Divino da la
expresión, y alguna apariencia de orden correcto en su temperamento y
conducta cuyas pasiones son reguladas.
Creo
que ninguna verdad Divina puede vivir verdaderamente en un corazón,
sin un testimonio externo, de manera que en porte y apariencia el testigo debe
llegar dentro del corazón del espectador y llevar una
evidencia inconfundible, aunque silenciosa, del eterno principio Del cual emana todo su fruto.
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