sábado, 11 de junio de 2016

Las Saetas Que Destruyen La Vida



En la Biblia aparece que debemos tomar el escudo de la fe para que podamos apagar todo dardo de fuego del maligno. La fe  actúa como un escudo frente a los dardos y armas envenenadas que el enemigo arroja en contra de la vida del creyente.

En la antigüedad los dardos, las flechas, las lanzas y jabalinas eran armas que podían neutralizar al enemigo, en los ejércitos antiguos estas armas tenían un gran valor ya que permitían anular al oponente sin exponerse a un acercamiento físico.

Por esto el apostol Pablo nos hace la recomendación de protegernos de estas armas, que aunque son disparadas de lejos son peligrosas y dañinas.

  1. El Arma de la Carne. El enemigo atacará al creyente, por medió de la carne, traducido es por medio de las pasiones, deseos, sensualidad. Al caer en estos deseos continuos, abre la puerta al pecado y esto hace que se rompa la relación del creyente con Dios.

Un Rey en la antigüedad quería destruir al pueblo de Israel pero no podía, porque Dios le protegía, así que envió a buscar a un profeta llamado Balaam y por dinero quería que maldijese al pueblo, pero Jehová no permitió que este profeta maldijese a Israel, en cambio hizo que le enviara una bendición. Sin embargo el profeta en su corazón amaba el dinero y le dio una estrategia al rey para que la utilizara con el pueblo de Israel. El profeta Balaam le recomendó al rey que utilizara mujeres para seducir al pueblo de Dios y luego apartaron de la adoración a Jehová y hacerlos que adorasen otros sus dioses. La estrategia fue utilizada y por esta causa mucha gente murió.

La misma estrategia es usada hoy en día, las pasiones juveniles hacen caer a los creyentes y como resultado caen en la trampa, el resultado son enfermedades sexuales contraídas como el sida, traiciones, matrimonios rotos, traición, hijos sin sus padres, divorcio, separación de la fe, vidas destruidas, sueños rotos, propósitos no alcanzados. La flecha de la sensualidad, las pasiones desordenadas, la inmoralidad te puede destruir. Para esto el apóstol Pablo recomienda, vuelve a tu fe, toma el escudo de la fe, y apaga esos dardos encendidos que vienen para llevarte a tu propia destrucción, busca a Jesús y refuerza tu relación con él.

Números 31:1-17
Números 24:14; 25:1-3, 9, 18.
Deuteronomio 4:3;20:18
Proverbios 23:27;
Eclesiastés 7:26.
Josué 22:12
Jeremías 48:10
Apocalipsis 2:14.




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