Jesucristo en el momento más
angustiado de su vida en la tierra manifestó su deseo de pasar la prueba que El
Padre Eterno le había encomendado.
"Ahora
estoy muy angustiado y no sé qué decir. ¿Qué podría decir? ¿Diré: 'Padre,
sálvame de este momento de sufrimiento'? ¡Pero si para eso vine, a sufrir!
Padre, haz conmigo lo que te honre". Luego vino una voz desde el cielo:
"Así lo he hecho y lo haré de nuevo". (Juan 12:27-28 PDT)
Las pruebas las aflicciones, las calamidades,
las tragedias están a la orden del día en la vida de muchos. Nadie quiere pasar
por una prueba de gran tamaño, y menos confrontar una tragedia. Jesucristo nos
dio a entender que hay situaciones que debemos afrontar porque forman parte de
nuestro propósito y nos elevaran a otro nivel. No quiero decir con esto que
Jesucristo no vio la posibilidad de abandonar o huir, es más él oró al Padre
para ser librado de aquella prueba, sin embargo el interpuso primero los deseos
de Su Padre.
Entonces
Jesús se alejó un poco de ellos, se arrodilló y oró: "Líbrame de este
trago amargo, pero no hagas lo que yo quiero, sino lo que tú quieras".
Entonces apareció un ángel del cielo que fue enviado para ayudar a Jesús. (Lucas 22:41-43 PDT)
Cuando la situación se pone más dura,
cuando ya estamos a punto de enfrenarla, cuando ya vemos inminente que
tendremos que pasar por la tormenta, la angustia nos invade.
El dolor la humillación, el
desprecio, la angustia son cosas que no queremos enfrentar ni pasar, Jesucristo
tuvo que enfrentar todas estas cosas, enfrentó la humillación, y se hizo
obediente hasta el punto de llegar a muerte vergonzosa de la cruz por nosotros.
y estando en
la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz… Por eso el
Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo… Porque no bajé del cielo para hacer lo que yo
quiero, sino lo que quiere Dios, quien me envió... Si
el Padre me da a beber este trago amargo, ¿acaso no habré de beberlo?... no
hago nada por mi propia cuenta; solamente digo lo que el Padre me ha enseñado.
Porque el que me ha enviado está conmigo; mi Padre no me ha dejado solo, porque
yo siempre hago lo que a él le agrada. (Filipenses 2:8 RV60, Juan 10:17 LBLA,
Juan 6:38 PDT, Juan 18:11 DHH, Juan 8:28,29)
La obediencia de Jesucristo, de
obedecer al Padre aún en circunstancias difíciles, agradó al Padre y lo
manifestó abiertamente ante todos.
"Este
es mi hijo amado con quien estoy muy contento". Mateo
3:17 PDT
»Aquí está
mi siervo, el que cuenta con mi apoyo, mi elegido, con el que estoy muy
contento. He puesto mi Espíritu en él. Traerá justicia a las naciones. (Isa
42:1 PDT)
El Señor
dice: «Ustedes son mis testigos y el siervo que yo elegí, por eso me conocen,
creen en mí y entienden que yo soy el único Dios que existe. Antes de mí no
hubo ningún Dios y después de mí no habrá otro. Isa 43:10 PDT.
Él me dijo:
«Tú eres mi siervo… en ti mostraré mi gloria». Pero yo pensé: «En vano he
trabajado duro; para nada me entregué totalmente, sin provecho alguno. Pero con
toda seguridad mi causa está en manos del Señor y él decidió darme mi
recompensa». El Señor ha hablado. Él me hizo desde el vientre para que fuera su
siervo, para convencer… (que vuelvan a él y para que… se unan a él). El Señor
dice: «No es suficiente hacer que tú seas mi siervo para restaurar el poder… y traer de regreso a los sobrevivientes...
También te haré ser luz de las naciones, y así será posible que mi salvación
llegue a los lugares más remotos de la tierra». (Isaías 49:3-6 PDT)
Tendrás éxito;
se te dará el más alto honor. Isaías 52:13.
Jesucristo después
de ese terrible sufrimiento, él vio la luz. Se sintió satisfecho con todo lo
que experimentó. «Él como siervo,
siempre hizo lo justo, para salvar a muchos, cargó con el castigo que
merecían las maldades de la humanidad. (Isaías
53:11)
Dios tiene un llamado para ti
también:
Levántate,
hoy me he aparecido ante ti porque te he escogido para que seas mi siervo y
para que seas testigo de lo que has visto y de lo que te voy a mostrar. Te
protegeré… pues ahora te envío donde están ellos. Tu misión será abrirles los
ojos para que salgan de la oscuridad y entren a la luz; para que pasen del
poder de Satanás al poder de Dios. Así conseguirán el perdón de sus pecados y un
lugar junto a todos aquellos que se han purificado por la fe que tienen en
mí'". (Hechos 26:16-18 PDT)
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