Escucha, oh Jehová, mis
palabras; Considera mi gemir.
Salmo 5:1
Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi meditación--
Oír y escuchar parecen ser la misma cosa, pero
en realidad no lo son porque se puede oír sin escuchar. Oír persigue percibir
los sonidos a través de nuestros oídos. Para escuchar, debemos poner atención para entender y sacar un mensaje coherente y
significativo de lo que estamos oyendo.
Al
oír activamos nuestro sentido auditivo, pero al escuchar ponemos en activación
la concentración, la atención, el pensamiento, análisis, el razonamiento y la
decisión.
El
salmista da el primer paso ante el Señor, y le pide que oiga, para que pueda
entender lo que le va a pedir.
Todo
el mundo clama a Dios, pero qué formula usan aquellos que son escuchados por Dios?. ¿Por qué aquellos
que se han detenido a buscar los pasos de la oración el índice de las
respuestas a sus oraciones sube?
Muchos
entramos a hacer una súplica ante él de una forma apresurada. Para ser oído por
Dios debemos primero llamar su atención.
Los
sentimientos son hermosos, pero Dios le ha concedido a las palabras el primer
paso para llamar su atención en la oración. Dios estableció el verbo como el
origen de todo. Las palabras bien dirigidas y con un corazón humillado Dios las
va a oír.
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