Ustedes aman a
Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora, creyendo en
él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no
pueden expresarla con palabras, porque están alcanzando la meta de su fe, que
es la salvación. (1Pe
1:8-9 DHH)
Uno de los
grandes misterios de la vida espiritual es creer en Jesucristo sin haberlo
visto. Esta fe que depositamos en él y
de la cual nos apropiamos y desarrollamos en nuestra vida cristiana día a día.
Pues vivimos por la fe y no por lo
que vemos. (2 Corintios 5:7
PDT)
Este amor
que sale de nosotros hacia Jesucristo, no sale espontáneamente de nuestros
corazones, se origina primeramente en él. Él nos ama primeramente y ese mor
despierta nuestro amor hacia él.
Nosotros amamos porque él nos amó
primero. (1Jn 4:19
DHH)
Una de las
maneras de saber si hemos conocido ese amor de Dios es que nosotros también
vivimos en amor. Cuando llegamos a conocer y experimentar el amor de Dios en
nuestras vidas ese amor nos cambia.
Así hemos llegado a saber y creer que
Dios nos ama. Dios es amor, y el que
vive en el amor, vive en Dios y Dios en él. (1Jn 4:16 DHH)
Tienes que
oír el mensaje de la verdad y tienes que creer en ese mensaje, eso desarrolla
tu fe.
En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la
promesa, (Efesios
1:13 LBLA)
A quienes Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza
de la gloria. (Col
1:27 LBLA)
Dios nos ha
dado a conocer este misterio que está en Cristo, cuando aceptamos a Cristo y
creemos a su palabra Dios coloca en nuestro espíritu una nueva visión y la
certeza de la presencia del espíritu Santo en nosotros. Son cosas inexplicables
para los hombres naturales, sólo aquellos que han experimentado este nuevo
nacimiento pueden saberlo.
Una de las
cosas que evidencian de que amamos a Dios es que amamos a nuestros hermanos. El amar a un ser que
no hemos visto pero sabemos que existe y vive con nosotros nos hace más sensibles a amar a
nuestro prójimo.
El odio hace
que perdamos la visión espiritual. El odio evidencia de que no podemos ver a
Dios y que no queremos creer en él.
Si alguien
afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que
no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha
visto. (1Jn 4:20 BAD)
—Porque me
has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin
embargo creen. (Juan 20:29 BAD)
Bienaventurado
el hombre que puso á Jehová por su confianza… Salmos 40:4 (RV1909).
Para todas
las cosas necesitamos colocar nuestra confianza en Dios. Para muchos es difícil
colocar su confianza en Dios que no lo pueden ver, muchos buscan amigos o
alguna persona en quien depositar su confianza, a quien contarle sus cosas, a
quien pedirle que los entienda. Pero aquel que cree en Jesús sabe que puede
depositar su confianza en él, sabe que puede contarle sus cosas, sabe que puede
hablarle, sabe que puede llorar a su
lado y sabe que él puede escucharle y consolarle. En lo interior de ti tú sabes
que él te ama y puedes sentir ese amor, también sabes que él te cuidará,
también sabes que él es capaz de dar su vida por ti y ya lo ha hecho. Tú
también sabes que lo amas y que cuando te acercas a él tú puedes expresarle tu
amor con tu adoración palabras y pensamientos, pero te da miedo expresarle tu
amor. Debes vencer ese miedo y acercarte a Jesús y amarle y seguirle, para eso fuiste
creado…
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