1 Dios, Dios mío eres tú;
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas,
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas,
Así como te he mirado en el santuario.
3 Porque mejor es tu misericordia que la vida;
Mis labios te alabarán.
Mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida;
En tu nombre alzaré mis manos.
En tu nombre alzaré mis manos.
5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,
Y con labios de júbilo te alabará mi boca,
Y con labios de júbilo te alabará mi boca,
6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
7 Porque has sido mi socorro,
Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
8 Está mi alma apegada a ti;
Tu diestra me ha sostenido.
Tu diestra me ha sostenido.
9 Pero los que para destrucción buscaron mi alma
Caerán en los sitios bajos de la tierra.
Caerán en los sitios bajos de la tierra.
10 Los destruirán a filo de espada;
Serán porción de los chacales.
Serán porción de los chacales.
11 Pero el rey se alegrará en Dios;
Será alabado cualquiera que jura por él;
Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.
Será alabado cualquiera que jura por él;
Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.
Si leemos la Biblia, encontraremos innumerables historias de la fidelidad de Dios. Por ejemplo, el apóstol Pablo sufrió penurias, persecuciones, dolor, y toda clase de circunstancias terribles; sin embargo, pudo hacer la audaz declaración de que Dios lo entreteje todo para el bien de quienes lo obedecen (Ro 8.28). Esto es prueba fehaciente de que, para quienes confían en Él, Dios convierte cada dificultad, cada pérdida y cada separación en algo bueno.
En cualquier cosa que leemos en la Biblia —ya sea en una historia sobre Abraham, David, Job, Isaías, Jonás, Juan, Pablo u otros— vemos el amor constante de Dios y el cuidado que tiene de su pueblo. Su Palabra es una lámpara que nos da guía clara cuando las circunstancias son sombrías. Ofrece la mejor dirección que encontraremos. Cuando meditamos en ella, oramos con sus palabras, nos adherimos a ella, y la incorporamos a nuestra vida, su luz ahuyenta las tinieblas. Los salmos, en particular, son útiles para lidiar con el temor.
Dios, el soberano del universo, tiene el control de nuestra vida. No cometa el error de pensar que no lo tiene, simplemente porque Él no actúa de acuerdo con nuestra voluntad y nuestros planes. Si usted lee su Biblia y medita en ella, encontrará fortaleza verdadera en sus promesas.
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