Lo que oíste de parte mía mediante muchos testigos, esto
encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. 2
Timoteo 2:2
La tarea de contarle al mundo de Jesús suena bastante
grande, ¿no es cierto? Es tan enorme que hace pensar a muchos creyentes: Me
encantaría contarle al mundo de Jesús. Sería realmente grande hacer discípulos
de todas las naciones. Pero, ¿cuánto puedo hacer en realidad? No soy más que
una sola persona.
Bueno, sí, eres una sola persona. Eso es cierto.
Pero el siguiente cálculo puede ayudarte a ver la influencia
que una sola persona puede tener. Considera esta oferta de trabajo. Te pagarán
una vez por semana. El sueldo de la primera semana es apenas un centavo, pero
tu empleador te duplicará tu sueldo cada semana durante todo el tiempo que
sigas trabajando. No parece muy ventajoso, ¿no es cierto? Pero serías tonto si
no aceptaras la oferta. En un poco más de seis meses serías millonario. Después
de un año, tu sueldo habrá subido a $22,5 ¡billones!
¿Cómo puede ser? El proceso empieza con un centavito, pero
ese centavo termina siendo una fortuna. Es así por el principio de
multiplicación.
Este principio se aplica también al reino de Dios. Dios, por
supuesto, no está repartiendo contratos que nos harán millonarios. Pero tiene
una oferta aún mejor. Dios nos da la oportunidad de ser sus socios en la tarea
de alcanzar al mundo con sus buenas nuevas. Y tiene planeado usar la estrategia
de la multiplicación espiritual.
Funciona así: Supón que tú y cuatro amigos —un total de
cinco— comparten cada uno su fe con tres personas. Luego Dios obra en el
corazón de esos 15 de manera que aceptan a Cristo como su Salvador personal.
Durante el año siguiente, capacitas a los 15 para que compartan su fe con
otros. El segundo año, los cinco primeros y los 15 amigos que ganaron para
Cristo ganan cada uno tres personas más para Cristo.
Aquí es donde la multiplicación nos deja mudos. Supón que tú
y los que capacitaste continúan con esa práctica años tras año. En diez años,
más de medio millón habrán sido ganados para Cristo. ¡Y en quince años, podrían
alcanzar a todo el mundo!
Eso es lo quiso decir Pablo cuando le recomendó a Timoteo
que enseñara las verdades del evangelio a “hombres fieles”. Su meta es que
contemos las buenas nuevas a las personas y luego les ayudemos a capacitarse al
punto de que puedan hacer lo mismo. De la misma manera como un centavo puede
terminar siendo millones de pesos, la multiplicación espiritual de Dios puede
originar un despertar mundial a la verdad acerca de Jesucristo. Entonces, ¿por
qué no dejas que empiece contigo?
Señor, ayúdanos a
demostrar tu amor hoy a alguien.
Lectura bíblica: 2 Timoteo 2:1–7
No hay comentarios:
Publicar un comentario