Los humanos queremos hacer las cosas a nuestra
manera. Olvidamos la vía sencilla. Olvidamos el camino común. Olvidamos el
mejor método. Olvidamos el camino de Dios. Queremos hacer las cosas a nuestra
manera. Y según la Biblia ese es exactamente nuestro problema. «Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino»
(Isaías 53.6).
¡Las ovejas son tontas! ¿Ha conocido algún
adiestrador de ovejas? ¿Ha visto una oveja que haga cosas entretenidas? ¿Sabe
de alguien que haya enseñado a su oveja a juguetear? ¿Ha visto un circo que
anuncie a «Mazadon y su oveja saltarina»? No. Son muy tontas.
Somos las ovejas, sí, sí, sí.
Ni siquiera un pío de nosotros
vas a oír.
La victoria es tuya, la vas a
conseguir
Pero ponte a contarnos si
quieres dormir.
Peor aún, las ovejas son sucias. Un gato se
limpia. También el perro. Vemos las aves que se bañan o un oso en el río. Pero,
¿una oveja? Se ensucian y así se quedan.
¿No podría David haber pensado en una mejor
metáfora? ¡Claro que sí! Después de todo superó a Saúl y abatió a Goliat. ¿Por
qué no eligió algo otra cosa que no fuera la oveja?
Algo como:
«Jehová es mi comandante en jefe, y yo soy su
soldado». Eso nos gustaría más. El guerrero recibe un uniforme y un arma, y
quizás una medalla.
O, «Jehová es mi inspiración y yo su cantor».
Estamos en el coro de Dios; ¡qué tarea tan halagadora!
O, «Jehová es mi rey y yo su embajador». ¿Quién
no querría ser portavoz de Dios?
Cuando habla el embajador, todos callan. Todos
escuchan cuando cantan los trovadores de Dios. Todos aplauden cuando pasa el
guerrero de Dios.
Pero, ¿quién se da cuenta cuando aparece la
oveja de Dios? ¿Quién nota cuando la oveja canta, habla o actúa? Sólo una
persona lo nota. El pastor. Y ese es exactamente el punto de David.
Cuando David, que era un guerrero, cantor y
embajador de Dios, buscaba una ilustración de Dios, recordó sus días como
pastor. Recordó su atención preferente por las ovejas día y noche. Recordó cómo
dormía con ellas y las cuidaba.
Su cuidado por las ovejas le hizo recordar el
cuidado de Dios por nosotros. David se regocijaba al decir: «Jehová es mi
pastor», y al hacerlo orgullosamente daba por entendido, «y yo soy su oveja».
¿Se siente aún incómodo con que lo consideren
una oveja? Présteme su buen humor y ayúdeme en una simple encuesta. Vea si
tiene éxito con la confianza en sí mismo. Levante la mano derecha si alguna de
la siguientes afirmaciones lo describen:
Puede controlar su buen ánimo. Nunca está malhumorado ni resentido. No puede identificarse con Jekyll
y Hyde(aquel que se convertía en monstruo y luego en alguien amable). Siempre
está optimista y erguido. ¿Esto le describe? ¿No? Bueno, probemos por otro
lado.
Está en paz con todos. Toda
relación es dulce como el caramelo. Aun sus viejos amores hablan bien de usted.
Ama a todos y todos lo aman. ¿Eso es usted? Si no, ¿qué tal esta otra
descripción?
No tiene temores. Lo llaman el
«bravo». Se desploma la bolsa de valores: No hay problema. ¿Le descubren un
problema al corazón: Bostezo. Comienza la Tercera Guerra Mundial: ¿qué hay para
la cena? ¿Esto le describe?
No necesita perdón. Nunca ha cometido un error.
Tan cuadradito como un tablero de ajedrez. Tan limpio como la cocina de la
abuela. Nunca hizo trampa. Nunca mintió. Nunca mintió sobre hacer trampas. ¿Así
es usted? ¿No?
Evaluemos esto. No puede controlar su genio.
Algunas de sus relaciones están tambaleantes. Tiene temores y fallas. ¡Humm!
¿Quiere realmente aferrarse al cofre de su autosuficiencia? Me da la impresión
que necesita un pastor. De otro modo podría tener un Salmo 23 según esta
versión:
Yo soy mi pastor. Siempre
padezco necesidad.
Voy de comercio en comercio y
de sicólogo en sicólogo en busca de alivio sin encontrarlo.
Me arrastro por el valle de
sombra de muerte y me desmorono.
Le temo a todo desde los
pesticidas hasta las líneas eléctricas, y comienzo a actuar como mi madre.
Voy a la reunión semanal del
personal y estoy rodeado de mis enemigos. Voy a casa y hasta mi pez de colores
me desprecia.
Unjo mi cabeza con Atamel
extra fuerte.
Mi Bacardí está rebosando.
Ciertamente la miseria y la
desdicha me seguirán, y viviré dudando de mí por el resto de mi solitaria vida.
¿A qué se debe que quienes más necesitan un
pastor lo resisten tanto?
Esa sí que es una pregunta para los que son
tercos en la vida. La Escritura dice: «Hazlo a la manera de Dios». La
experiencia dice: «Hazlo a la manera de Dios». Los Portugueses le dicen a
Cristiano (para que no falle el gol en el momento decisivo en un penal), hazlo
seguro «Hazlo a la manera de Dios».
Y, de vez en cuando, lo hacemos. Cuando lo
hacemos, cuando seguimos la dirección de nuestro Dios, de alguna manera el balón permanece en ruta.
Sí, Ronaldo, Mesi, Maradona todos hacen que me acuerde de mí.
Antes de perder su tiro al arco, ellos querían
ser más grandes, más admirados, hacer un gol espectacular, y no lo hicieron de
la forma segura simple. En esos momentos no oyeron a su compañero que se les
acercó y le dijo como debía hacerlo, no vieron las señas del entrenador, no
vieron a sus líderes, no tuvieron pastor, por eso David insiste “Jehová es mi
Pastor” (Salmo 23:1)
Hoy no lo haré a mi manera lo haré a la manera
de Dios.
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