Efesios 2.4-10
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie se gloríe.
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Muchas personas creen que acumular buenas obras les ganará la aprobación divina. Pero la muerte es el único pago por el pecado que puede satisfacer a la justicia divina (Ro 6.23). Puesto que todos pecamos, merecemos vivir eternamente sin Dios.
La gracia —la expresión del amor y de la misericordia de Dios a quienes no merecían nada— fue la solución para nuestra terrible condición. Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir en nuestro lugar. Según Romanos 10.9, lo único que necesitamos hacer es creer. La muerte de Jesús satisfizo la justicia de Dios, y nos trajo:
Una vida nueva. Nuestro espíritu es vivificado en Cristo en el momento que reconocemos que somos pecadores, dejamos nuestra rebeldía y creemos que su muerte pagó totalmente nuestra deuda por el pecado.
Libertad. En el momento de la salvación, el poder del pecado sobre nosotros es destruido, y somos libres de la esclavitud que nos dominaba. Jesús nos sacó del lodazal de la desobediencia y nos dio fe para creer. Ahora podemos ejercer nuestra nueva libertad y seguirle.
Seguridad. Cuando aceptamos el veredicto de Dios de que somos pecadores por naturaleza y aceptamos el sacrificio de nuestro Salvador como pago por nuestros pecados, somos adoptados en la familia del Padre celestial. Nuestro estatus cambia al instante: antes éramos objetos de ira, ahora somos hijos de Dios. Algún día estaremos sentados en el reino celestial con Cristo para disfrutar de la vida eterna con Él.
Dios puso a su Hijo en nuestro lugar para que recibiera el castigo que merecíamos. ¿Cómo demostrará usted su gratitud a Dios por su gracia salvadora?
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