Porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo.
Hebreos 12:6
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a sabes de qué se trata el amor agape. Es un amor–regalo. Es el amor que Dios tiene por nosotros y que quiere que sintamos por otras personas. Es sacrificado, quizá tengamos que renunciar a algo. Pero no esperamos nada en retribución de aquellos a quienes amamos.
El amor agape no nos convierte en alguien de quien los demás puedan abusar. Fíjate en estas características tremendas del amor agape.
El amor incluye disciplina. Considera a Dios. Es un Padre amante, pero su amor no significa que va a crear chicos malcriados. “Disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo” (Hebreos 12:6). El amor ayuda a desarrollarse sanamente.
El amor puede ser exigente. Jesús —el amor de Dios en forma humana— descargó su ira sobre sus opositores (ver Marcos 3:5). Con sus palabras, atacó a los hipócritas que dicen una cosa y hacen otra (ver Mateo 23). Corrió del templo a los mercaderes codiciosos (ver Juan 2). El amor puede significar llamar la atención al mal, o alejarse de una amistad cuando tu amigo sigue perjudicándote.
El amor puede fracasar. Quizá recuerdes haber escuchado la frase que se encuentra en 1 Corintios 13:8: “El amor nunca deja de ser”. Pero la manera correcta de traducir esto es: “El amor durará para siempre”. La triste realidad es ésta: Aunque el amor de Dios es perfecto, los humanos no demuestran perfectamente ese amor.
Dios quiere que demostremos su amor, su cuidado y lo mejor que tiene reservado para los demás. Pero hacer lo que es lo mejor para los demás no significa que dejemos que se aprovechen de nosotros. Lo más cariñoso que podemos hacer es ser un ejemplo más apropiado y, de ser necesario, señalarles mejores actitudes y acciones. Eso es verdadero amor.
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