viernes, 28 de septiembre de 2018

Bendiciones espirituales en lugares celestiales




Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Efesios 1:3.

Espiritual es la palabra pneumatikós (πνευματικός G4152)  en griego se refiere a algo no carnal, etéreo, espíritu, algo sobrenatural o divino.

Hay bendiciones que van directamente a lo espiritual. Aunque las bendiciones espirituales repercuten en lo físico, su verdadero propósito es ir a la parte espiritual y causar el efecto deseado. El versículo antes leído nos señala bien que son espirituales en regiones celestiales, por lo cual no tienen una conexión directa con lo material.

De alguna forma nosotros podemos alcanzar estas bendiciones, porque si no fuera así, ni se mencionaría en la Biblia. Pero la verdad es que nuestro verdadero origen es espiritual y aunque el cuerpo se deteriora y muere el espíritu sigue intacto, y viviendo en algún lado. Nosotros como creyentes sabemos que estamos en lugares celestiales, sentados juntamente con Cristo, de alguna manera nuestro espíritu se conecta con Cristo Jesús y está en los mismos lugares que él está. De la misma forma que fuimos juntamente crucificados y resucitados con Cristo, podemos vivir juntamente con Cristo en el presente sin esperar a morir en el futuro, para poder experimentar esta bendición.

Jesucristo dijo que donde él estuviera nosotros también estaremos. Jesucristo manifestó que él y el Padre eran uno, también aseveró que quien lo había visto a él había visto al Padre. Nosotros de alguna forma al nacer de nuevo somos parte de su cuerpo y somos uno con Jesucristo. Estamos viviendo en Jesucristo y él vive en nosotros.

Cuando recibimos a Cristo en nuestra vida, ocurre un nuevo nacimiento y nacemos en el espíritu, o sea que nos convertimos en parte de lo espiritual, somos ciudadanos del reino espiritual. Esta nueva naturaleza que poseemos es más poderosa que la naturaleza terrenal. El apóstol Pablo narró que mientras su cuerpo físico estaba en la tierra interactuando, viviendo, durmiendo o meditando, el se encontraba a la misma vez en el tercer cielo, experimentando cosas que él mismo dice no tener palabras para describirlas. Algo similar le ocurrió al apóstol Juan y a otros profetas y personajes en la Biblia.

El Señor Jesucristo dijo que se iba para prepararnos mansiones para nuestra estadía en esos lugares. En la carta del apóstol Pablo a los efesios se menciona que tenemos lucha contra seres espirituales en regiones celestiales, eso nos hace ver que cuando ejercemos ciertas actividades y obediencias al Señor y su reino somos participes de acciones en esos lugares celestiales. De la misma forma que podemos, pelear en contra de seres espirituales en regiones celestiales, podemos tener visiones y revelaciones en esos lugares, podemos sentarnos con Cristo, podemos dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en lugares celestiales, entonces también podemos ser bendecidos en lugares celestiales.

La Biblia también nos señala que hay un tabernáculo celestial y que Jesucristo es el sumo sacerdote de este tabernáculo, entonces así como en el tabernáculo terrenal el sacerdote bendecía al pueblo, en el celestial Jesucristo bendice a los que se allegan a él.

¿Cuáles son esas bendiciones espirituales?

La salvación es una bendición espiritual, del alma y del cuerpo. Pero el nuevo nacimiento es una bendición espiritual.

Somos alma, cuerpo y espíritu.

En nuestro espíritu reposa la adoración, la comunión con Dios y los dones espirituales. Estas son cosas que nos pueden trasladar a zonas espirituales ya que pertenecen a lo espiritual.

La adoración nos puede trasladar al trono de Dios, a su presencia y a sus atrios.

La comunión nos lleva a una relación con Dios, a entablar una conversación persona a persona con el Señor en regiones celestiales. Esto sucede cuando oramos y meditamos en su palabra. Cosas nos pueden ser reveladas a través de una conversación con Dios. Recordemos que en una conversación intervienen dos o más personas hablando, cuando oramos lo más lógico es que esperemos la respuesta de Dios. Podemos percibir cosas indescriptibles al andar con Dios en comunión, conocer su persona, saber cosas de él, sentirle y escucharle.

Los dones espirituales. La palabra don viene de la palabra griega “charisma” que significa regalo. Los creyentes son dotados de regalos espirituales para poder cumplir su función dentro del cuerpo de Cristo que es la iglesia.  Estos dones son ejercitados en el área espiritual, pero tienen fuerte influencia en lo terrenal. Estos son dados para la edificación de la iglesia, la iglesia está formada por seres humanos que son alma, alma cuerpo y espíritu por lo tanto los dones son usados para sanar, edificar, ministrar, ayudar, consolar, levantar y muchas otras cosas las cuales tienen que ver con el aspecto almático de la persona. Ya que lo espiritual predomina sobre lo terrenal, las cosas físicas comienzan a repararse o acomodarse. Por ejemplo cuando se ministra en áreas de milagros y sanidades, personas son sanadas en sus cuerpos por la influencia del poder espiritual proveniente de un don espiritual, aunque el don proviene de la parte espiritual, tiene el propósito de irrumpir en el área física y causar el orden original de Dios que es la sanidad. Esta sanidad tiene una diferencia con la sanidad que da la medicina, aunque las dos persiguen el mismo fin, la sanidad medica, proviene de medicamentos, sustancias químicas que reaccionan en el cuerpo causando que este responda más rápidamente a estos químicos e impulsando al mismo cuerpo a crear nuevos tejidos, aumentar la cantidad de anticuerpos o estimularlos para que reaccionen, a combatir infecciones con sustancias nuevas en el cuerpo. Aunque en el paciente se requiere la fe para ser sanado, el origen es físico, químico y somático.

En cambio en la sanidad que viene de ejercer un don espiritual esta proviene completamente del Espíritu. Pueden verse los mismos resultados que en una sanidad médica, pero en otros casos son tan asombrosos que no se pueden explicar dejando sin lugar a duda su origen espiritual.

Así como en nuestra vida terrenal tenemos bendiciones, nuestra vida espiritual tiene bendiciones también, estas bendiciones son duraderas.

Los dones espirituales son entonces bendiciones espirituales, dadas por Dios a cada creyente para llevar su propósito en el cuerpo de Cristo.

Las bendiciones espirituales pueden amplificar nuestro accionar en las regiones celestes empleando los dones espirituales, intensificar nuestras revelaciones, visiones y nuestra relación con Dios.

Seres espirituales en regiones espirituales proclaman sobre los creyentes, maldiciones, planifican y emiten condenaciones. El Señor promete condenar toda lengua que se levante contra nosotros en juicio, en lugares altos los enemigos espirituales levantan actas de decretos que van en nuestra contra. El Señor se levanta para interceder por nosotros y para proclamar bendiciones (bien decir) sobre nosotros en lugares celestiales altos, arrancando y destruyendo esas listas de maldiciones. Las bendiciones de Cristo en lugares celestiales nos cubren como ropajes de realeza que manifiestan gloria y esplendor, las bendiciones espirituales en lugares celestiales nos coloca coronas de gloria ante el Padre. El Hijo habla bien al Padre de nosotros para que podamos tener acceso al trono de la gracia mientras avanzamos en el cielo hacia el Padre. El Hijo nos va cubriendo de sus palabras eternas llena de hermosura y esplendor, esas palabras llamamos bendiciones. Con cada palabra y descripción acerca de nosotros somos empoderados en nuevas posiciones y autoridad en el cielo como seres bendecidos por Dios.

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