Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo. Efesios 1:3.
Espiritual es
la palabra pneumatikós (πνευματικός G4152) en griego se
refiere a algo no carnal, etéreo, espíritu, algo sobrenatural o divino.
Hay bendiciones que van directamente a lo espiritual. Aunque
las bendiciones espirituales repercuten en lo físico, su verdadero propósito es
ir a la parte espiritual y causar el efecto deseado. El versículo antes leído
nos señala bien que son espirituales en regiones celestiales, por lo cual no
tienen una conexión directa con lo material.
De alguna forma nosotros podemos alcanzar estas
bendiciones, porque si no fuera así, ni se mencionaría en la Biblia. Pero la
verdad es que nuestro verdadero origen es espiritual y aunque el cuerpo se
deteriora y muere el espíritu sigue intacto, y viviendo en algún lado. Nosotros
como creyentes sabemos que estamos en lugares celestiales, sentados juntamente
con Cristo, de alguna manera nuestro espíritu se conecta con Cristo Jesús y
está en los mismos lugares que él está. De la misma forma que fuimos juntamente
crucificados y resucitados con Cristo, podemos vivir juntamente con Cristo en
el presente sin esperar a morir en el futuro, para poder experimentar esta
bendición.
Jesucristo dijo que donde él estuviera nosotros
también estaremos. Jesucristo manifestó que él y el Padre eran uno, también
aseveró que quien lo había visto a él había visto al Padre. Nosotros de alguna
forma al nacer de nuevo somos parte de su cuerpo y somos uno con Jesucristo.
Estamos viviendo en Jesucristo y él vive en nosotros.
Cuando recibimos a Cristo en nuestra vida, ocurre un
nuevo nacimiento y nacemos en el espíritu, o sea que nos convertimos en parte
de lo espiritual, somos ciudadanos del reino espiritual. Esta nueva naturaleza
que poseemos es más poderosa que la naturaleza terrenal. El apóstol Pablo narró
que mientras su cuerpo físico estaba en la tierra interactuando, viviendo,
durmiendo o meditando, el se encontraba a la misma vez en el tercer cielo,
experimentando cosas que él mismo dice no tener palabras para describirlas.
Algo similar le ocurrió al apóstol Juan y a otros profetas y personajes en la
Biblia.
El Señor Jesucristo dijo que se iba para prepararnos
mansiones para nuestra estadía en esos lugares. En la carta del apóstol Pablo a
los efesios se menciona que tenemos lucha contra seres espirituales en regiones
celestiales, eso nos hace ver que cuando ejercemos ciertas actividades y
obediencias al Señor y su reino somos participes de acciones en esos lugares
celestiales. De la misma forma que podemos, pelear en contra de seres
espirituales en regiones celestiales, podemos tener visiones y revelaciones en
esos lugares, podemos sentarnos con Cristo, podemos dar a conocer la multiforme
sabiduría de Dios a los principados y potestades en lugares celestiales,
entonces también podemos ser bendecidos en lugares celestiales.
La Biblia también nos señala que hay un tabernáculo
celestial y que Jesucristo es el sumo sacerdote de este tabernáculo, entonces
así como en el tabernáculo terrenal el sacerdote bendecía al pueblo, en el
celestial Jesucristo bendice a los que se allegan a él.
¿Cuáles son esas bendiciones espirituales?
La salvación es una bendición espiritual, del alma y
del cuerpo. Pero el nuevo nacimiento es una bendición espiritual.
Somos alma, cuerpo y espíritu.
En nuestro espíritu reposa la adoración, la comunión
con Dios y los dones espirituales. Estas son cosas que nos pueden trasladar a
zonas espirituales ya que pertenecen a lo espiritual.
La adoración nos puede trasladar al trono de Dios, a
su presencia y a sus atrios.
La comunión nos lleva a una relación con Dios, a
entablar una conversación persona a persona con el Señor en regiones
celestiales. Esto sucede cuando oramos y meditamos en su palabra. Cosas nos
pueden ser reveladas a través de una conversación con Dios. Recordemos que en una
conversación intervienen dos o más personas hablando, cuando oramos lo más
lógico es que esperemos la respuesta de Dios. Podemos percibir cosas
indescriptibles al andar con Dios en comunión, conocer su persona, saber cosas
de él, sentirle y escucharle.
Los dones espirituales. La palabra don viene de la
palabra griega “charisma” que significa regalo. Los creyentes son dotados de
regalos espirituales para poder cumplir su función dentro del cuerpo de Cristo
que es la iglesia. Estos dones son
ejercitados en el área espiritual, pero tienen fuerte influencia en lo
terrenal. Estos son dados para la edificación de la iglesia, la iglesia está
formada por seres humanos que son alma, alma cuerpo y espíritu por lo tanto los
dones son usados para sanar, edificar, ministrar, ayudar, consolar, levantar y
muchas otras cosas las cuales tienen que ver con el aspecto almático de la
persona. Ya que lo espiritual predomina sobre lo terrenal, las cosas físicas
comienzan a repararse o acomodarse. Por ejemplo cuando se ministra en áreas de
milagros y sanidades, personas son sanadas en sus cuerpos por la influencia del
poder espiritual proveniente de un don espiritual, aunque el don proviene de la
parte espiritual, tiene el propósito de irrumpir en el área física y causar el
orden original de Dios que es la sanidad. Esta sanidad tiene una diferencia con
la sanidad que da la medicina, aunque las dos persiguen el mismo fin, la
sanidad medica, proviene de medicamentos, sustancias químicas que reaccionan en
el cuerpo causando que este responda más rápidamente a estos químicos e
impulsando al mismo cuerpo a crear nuevos tejidos, aumentar la cantidad de
anticuerpos o estimularlos para que reaccionen, a combatir infecciones con
sustancias nuevas en el cuerpo. Aunque en el paciente se requiere la fe para
ser sanado, el origen es físico, químico y somático.
En cambio en la sanidad que viene de ejercer un don
espiritual esta proviene completamente del Espíritu. Pueden verse los mismos
resultados que en una sanidad médica, pero en otros casos son tan asombrosos
que no se pueden explicar dejando sin lugar a duda su origen espiritual.
Así como en nuestra vida terrenal tenemos bendiciones,
nuestra vida espiritual tiene bendiciones también, estas bendiciones son
duraderas.
Los dones espirituales son entonces bendiciones
espirituales, dadas por Dios a cada creyente para llevar su propósito en el
cuerpo de Cristo.
Las bendiciones espirituales pueden amplificar nuestro
accionar en las regiones celestes empleando los dones espirituales,
intensificar nuestras revelaciones, visiones y nuestra relación con Dios.
Seres espirituales en regiones espirituales proclaman
sobre los creyentes, maldiciones, planifican y emiten condenaciones. El Señor
promete condenar toda lengua que se levante contra nosotros en juicio, en
lugares altos los enemigos espirituales levantan actas de decretos que van en
nuestra contra. El Señor se levanta para interceder por nosotros y para
proclamar bendiciones (bien decir) sobre nosotros en lugares celestiales altos,
arrancando y destruyendo esas listas de maldiciones. Las bendiciones de Cristo
en lugares celestiales nos cubren como ropajes de realeza que manifiestan
gloria y esplendor, las bendiciones espirituales en lugares celestiales nos
coloca coronas de gloria ante el Padre. El Hijo habla bien al Padre de nosotros
para que podamos tener acceso al trono de la gracia mientras avanzamos en el
cielo hacia el Padre. El Hijo nos va cubriendo de sus palabras eternas llena de
hermosura y esplendor, esas palabras llamamos bendiciones. Con cada palabra y
descripción acerca de nosotros somos empoderados en nuevas posiciones y
autoridad en el cielo como seres bendecidos por Dios.
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