jueves, 7 de enero de 2016

LA PRÁCTICA DEL PERDÓN TRAE PAZ, EQUILIBRIO Y ENFOQUE A MI VIDA




 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (Romanos 5:1).

EL PERDÓN DE DIOS TRAE PAZ A NUESTRA VIDA.

Hemos dicho que el pecado es una carga pesada que corroe el alma, esclaviza al hombre y le causa múltiples sufrimientos. Ahora cuando el hombre se reconcilia con Dios, acepta Su oferta del perdón y experimenta Su perdón en su corazón, comienza a revertir las consecuencias del pecado en su vida; pero además entra en la paz con Dios, tal como lo expresa Romanos 5:1:  “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Esto quiere decir que hacemos las paces con Dios, y somos liberados de las consecuencias eternas del pecado. Esa conciencia de sentirse perdonado por Dios trae paz al corazón arrepentido. Esa paz se experimenta como reconciliación y restauración de la relación con Dios.

Pero existe una paz interna, que constituye un don de Dios, y equivale a la paz de Dios. La paz de Dios equivale a la segunda mención de Jesús sobre la paz que aparece en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Esta es una paz que se alimenta de la comunión con Dios, y fluye de Él, por lo que no está condicionada por las circunstancias: favorables o desfavorables. No es la paz que tiene que ver con la ausencia de conflictos

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