El diablo intentó distraer a Jesús de su propósito
divino, y también nos distraerá a nosotros si se lo permitimos. Este es uno de
los métodos más insidiosos del diablo: engañar, desviar y distraer a la Iglesia
de su propósito divino. Él exhibe las cosas materiales más impresionantes
frente a nosotros para deslumbrarnos y distraernos de la misión suprema que
Dios tiene para nuestra vida.
Tristemente, le facilitamos el trabajo, porque nos
desviamos muy fácilmente. Cuando podemos continuar cómodamente durante meses
sin una sensación fresca del Espíritu Santo en nuestra vida, hemos sido
distraídos por el diablo. Cuando ya no duele que nadie se convierta o se
arrepienta en nuestras iglesias, hemos sido distraídos por el diablo. Cuando
pasamos tiempo y gastamos energía debatiendo acerca de cómo perpetuar la
Iglesia en lugar de cómo alcanzar mejor al mundo para Jesucristo, hemos sido
distraídos por el diablo. Cuando los líderes de nuestra iglesia dejan de orar y
ya no están arraigados en la Palabra de Dios, hemos sido distraídos por el
diablo.
Cuando suceden estas cosas, una fuerza invisible
maligna está obrando, intentando cambiar una iglesia espiritual en una iglesia
carnal. El diablo distrae a la Iglesia con un desplazamiento silencioso y una
sustitución inadvertida. Y antes de darnos cuenta, lo espiritual es reemplazado
por lo social.
En Hechos 16, la pitón intentó distraer a Pablo y a
Silas de su misión de predicar el evangelio, y él hará lo mismo con usted si se
lo permite. Si no tiene cuidado, los intentos deliberados del diablo para
evitar que lleve a cabo la voluntad de Dios funcionarán.
Si no oramos y tenemos cuidado, el enemigo nos
desviará de las cosas más importantes, trayendo distracciones a nuestra vida;
son distracciones demoníacas que de alguna manera nos alejan del verdadero
propósito y la voluntad de Dios para nuestra vida. En mi vida personal, creo
que ha habido tres maneras en que la pitón ha intentado distraerme del
propósito importante de Dios.
Distracciones emocionales
El primer tipo de distracción que he visto al enemigo
utilizar durante los años son las distracciones emocionales. Una distracción
emocional es algo que nos altera, pero realmente no tiene nada que ver con lo
que es eterno. Permítase compartirle un ejemplo de cuando me sucedió esto.
Yo recuerdo muy claramente a cierto político que hace
años estaba haciendo cosas que yo creía que eran diametralmente opuestas a la
Palabra de Dios. Una semana en particular, yo estuve realmente molesto. Me
acuerdo que reuní los recortes del diario y ese viernes fui a mi oficina, me encerré
y me puse a trabajar en un sermón. ¡Le iba a decir a la congregación de Free
Chapel cómo es que Estados Unidos se estaba yendo al infierno sin frenos!
Pero el Señor
puso freno a mi corazón cuando pensaba ya estar listo para predicar, y descubrí
una verdad en la Palabra de Dios. En la época en que Pablo estaba predicando
había un líder llamado Nerón quien perseguía a los cristianos. Los bañaba en
alquitrán y luego les prendía fuego atados a postes para que sirvieran como
linternas, con el fin de poder conducir su carro por las calles de Roma.
Ellos oprimían a los cristianos como los
estadounidenses nunca lo hemos experimentado. No obstante, nunca leemos que
Pablo se haya levantado y atacado al gobierno o intentado movilizar a las
tropas bajo un partido político. Pero lo que hizo Pablo fue levantarse y decir:
“Yo predico a Jesucristo y a este crucificado”.
Eso me recordó que mi propósito principal era liberar
a la gente al pie de la cruz. Yo sé que hay injusticias sociales. Sé que hay
racismo. Sé que están sucediendo terribles abortos, matrimonios homosexuales, y
la lista continúa. Debemos mantenernos firmes en lo que la Escritura dice
acerca de esas cosas, pero me niego a entrar en las grandes batallas acerca de
estos y otros temas. Porque si no tenemos cuidado, creo que estas cosas serán
utilizadas por el enemigo para distraer a la iglesia de su misión real.
Nuestra misión real no es convertirnos en una fuerza
política en la Tierra. Nuestra verdadera misión no es que la gente haga cosas
buenas en nuestra sociedad. La misión real de la Iglesia—y no debemos
distraernos de ella—es predicar a Cristo y a este crucificado. Pablo dijo en
Colosenses 1:28, que es a Él a quien predicamos. No predicamos denominaciones,
no predicamos partidos políticos y no predicamos mi opinión ni la suya. ¡Lo
predicamos a Él!
Debemos decirle al mundo que Jesús es el Hijo de Dios
y que nació de una virgen llamada María. Debemos compartir que Él vivió sin
pecado y que murió en una cruz ensangrentada. Debemos predicar que lo
enterraron en una tumba, pero que al tercer día resucitó y que pronto
regresará. ¡Nunca debemos permitirle al enemigo que nos aleje de esto!
Las distracciones emocionales nos alejan de predicar a
la gente que necesita el evangelio de Jesucristo. Si no tenemos cuidado,
solamente construimos una sociedad dentro de una sociedad llamada “la Iglesia”,
y terminamos predicándole a nadie y llevando a cabo nada.
Algunas veces la gente me dice cosas como: “Deseo
renunciar a mi empleo y dedicarme al ministerio para ganar almas”. Permítame
ayudarle a comprender algo: ¡La gente que no es salva está donde usted trabaja
y vive! Qué tal decir: “Soy ministro justo donde estoy”. ¡Luego vaya y gane a
alguien para Jesús sin ser distraído del propósito de Dios!
A lo largo de los años el enemigo ha intentado
distraerme con nuevos métodos y nuevas filosofías, pero yo no estoy llamado a
ser consejero. No estoy llamado a ser un médico que le dé algún tipo de
filosofía que lo ayude a ir por la vida. Estoy tratando con almas eternas que
enfrentarán consecuencias eternas. Es muy pesado, y nadie puede llevar esa
carga por mí. En otros empleos la gente puede salir a las cinco, y su
responsabilidad termina ahí; pero mi carga nunca me deja. Me despierto pensando
en las almas, es una carga del Señor. Pero si no tengo cuidado, ¡permitiré que
el enemigo me distraiga de lo que realmente importa!
Lo mismo sucede con usted. El enemigo hará todo lo que
pueda para distraerlo de la Palabra de Dios y de la oración. Lo que esté
alejándolo en su vida de la intimidad con Jesús es una distracción del enemigo.
Jentezen Franklin
- Tomado del libro El espíritu de Pitón por Jentezen
Franklin. Publicado por Casa Creación. Usado con permiso.
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