El dolor, la enciclopedia Wikipedia lo define como: “una
experiencia sensorial y emocional (subjetiva), desagradable, que pueden
experimentar todos aquellos seres vivos que disponen de un sistema nervioso
central.”
El dolor también puede catalogarse como el sentimiento agudo
de pena, tristeza o lástima que se experimenta por causas emocionales o aspectos
del ánimo.
El dolor emocional es uno de los dolores que es más difícil sanar.
Todos tenemos derecho a estar tristes, a sentirnos mal, sin
embargo es muy importante que tomemos el dolor como un estado permanente y nos
adoptemos a él. Debemos aprender a manejarlo y superarlo. El dolor debe guiarnos
a cambiar, crecer, fortalecernos y a amar. En lugar de destruirnos, hundirnos y
detenernos debe ser un agente que nos corrija y encamine hacia las cosas
provechosas que Dios tiene para nosotros.
En la Biblia se refleja la historia del rey David, un hombre
que había comenzado una relación tormentosa y prohibida con una mujer casada,
el esposo de ella fue uno de los hombres que David tenía en su ejército, un
fiel soldado. Sin embargo David le ordeno a uno de sus generales que lo dejaran
sólo en el frente de batalla para que este muriera y así sucedió. Después de
esto David tomó abiertamente la mujer de aquel que fue su amigo. Dios no vio
con buenos ojos esta mala acción de David y envío un profeta para amonestarle y
decirle lo que estaba pasando, David comprendió su error pero ya era muy tarde.
La mujer que había tomado tenía un hijo
de él.
Natán
le dijo a David:
—El
SEÑOR te perdonará incluso este pecado, no morirás. Porque en este asunto tú le has faltado
gravemente al respeto al SEÑOR, tu hijo sí morirá.
El
SEÑOR hizo que el niño que David había tenido con la esposa de Urías enfermara
de gravedad. David rogó a Dios por el niño y se negaba a comer o beber. Se fue
a su casa y por las noches se quedaba allí tirado en el suelo. Los ancianos
líderes de la familia de David iban a verlo y trataban de levantarlo, pero él
se negaba a levantarse y a comer con ellos. Cuando el niño murió al séptimo
día, los siervos de David tenían miedo de darle la noticia porque pensaban que
se podría hacer algún daño a sí mismo al recibir la noticia, ya que no los
había escuchado cuando el niño aún vivía.
Pero
al ver David que sus siervos murmuraban, comprendió que el niño había muerto.
Así que les preguntó a sus siervos:
—¿Ha
muerto el niño?
Los
siervos contestaron:
—Sí,
ya ha muerto.
Entonces
David se levantó, se bañó y se cambió de ropa. Luego fue a la casa del SEÑOR
para adorar. Después regresó a su casa y les pidió a sus siervos algo de comer.
Los
siervos le preguntaron:
—¿Por
qué actúa así? Cuando el niño estaba vivo, usted se negaba a comer y lloraba,
pero ahora que murió se levanta y pide de comer.
David
les respondió:
—Cuando
el niño estaba vivo, ayuné y lloré porque pensé: “¿Quién sabe? Tal vez el SEÑOR
se compadezca de mí y deje vivir al niño”. Pero ahora el niño murió. ¿Para qué ayunar?
¿Puedo acaso devolverle la vida? Algún día iré adonde él está, pero él no puede
volver a mí. 2 Samuel 12:13-23
Aunque esta es una historia algo dura y con ella no trato de
discriminar a nadie ni señalar a nadie. Nos sirve de ejemplo en cuanto al dolor
que puede vivir una persona.
A lo largo de nuestra vida hemos conocido triunfos y fracasos.
Nadie escapa del sufrimiento, pero también estamos llamados a ir del sufrimiento al aprendizaje.
Rendirte puede destruirte para siempre.
No somos nuestras derrotas o nuestros fracasos, ellos son los
que están puestos en nuestro camino para enseñarnos, humildad, amor,
comprensión, cariño, rectitud, integridad, paz, armonía, fidelidad, y cientos
de cosas más. El dolor emocional siempre deja una herida que a lo largo se
convierte en un gran recuerdo dotado de enseñanzas sabias y fortalecedoras.
Hay personas que capitalizan
su dolor emocional en lo interior de su ser y lo van examinando poco a poco con
un gran valor con la fe de que van a superarlo. Cuando la persona enfrenta su
dolor crea en ellas una fuerza para levantarse, entonces ella no se deja vencer
sino que guarda sus marcas de las heridas como algo importante en su vida, no
como un trofeo sino como un testimonio de haber vencido por la gracia de Dios y
la fuerza que él le pudo dar en medio de la aflicción.
Hay otro camino y es el camino de hacer el dolor emocional el
camino del sufrimiento constante, el camino de la agonía, el camino del
recuerdo frustrante, el camino del rencor, el camino de culpar a Dios por las
cosas malas que me suceden o por las malas
acciones que yo he tomado en mi vida. En este camino las personas se sienten lastimadas, engañadas, usadas, sin valor o
fuerzas y reflejan ese malestar a los demás. En este camino las personas dejan
de confiar en Dios, en ellas mismas y en las demás personas, entonces el camino
del pesimismo, la negatividad, la duda y la falta de fe afloran y dominan todos
los aspectos de su vida.
El dolor emocional de convierte en una herida interna que
nunca cicatriza, porque no fue gestionada adecuadamente, y esta puede manifestarse
en enfermedades, es lo que denominamos
“somatizar”, en otras palabras, cuando un problema emocional existe y no se
puede manejar nuestro cuerpo recibe las
consecuencias y aparecen dolencias como enfermedades.
¿Cómo vencer el dolor emocional?
Debes enfrentar tu dolor. El dolor es tu enemigo, debes
mirarlo, examinarlo, entenderlo, saber porque te ha dañado en una forma tan
grande, debes averiguar qué fue lo que produjo ese desenlace, qué cosas tienes
que corregir en tu vida, cómo te ayuda a crecer en tu carácter y personalidad. Para
pasar a otro nivel debes “saber, entender, comprender, enfrentar”, no escapes
de tu dolor, enfréntalo.
Sentir es de humanos.
Frente al dolor hay que sentir, llorar, desahogarse,
expresarse. Llorar es necesario. Si sientes enojo, frustración hay que
manifestarla, sin embargo no debes permitir que la ira se prolongue hasta otra
salida del sol. Es necesario sentir, no
se puede cortar sentimientos que hemos criado por tiempos en nuestra vida, sin
embargo es necesario encausarlos por una ruta saludable. Hay que manifestarlo
por un tiempo corto no permitiendo que se prolonguen indefinidamente.
El dolor emocional debe llevarte a reflexionar sobre cómo
estas utilizando tu tiempo. ¿Te estás dando tiempo para ti mismo? ¿Le estás
dando tiempo a tus seres queridos? ¿Le estás dando tiempo a Dios?
El dolo emocional te hace reflexionar sobre lo que estás
haciendo. ¿Lo que haces es algo de utilidad?, ¿Estás haciéndolo que quieres?,
el dolor emocional te hace reflexionar sobre cómo tomar tus propias decisiones,
te hace volver al camino que perdiste, te hace corregir las fallas y errores
que cometiste, te hace comenzar a ser una mejor persona, te hace plantear
nuevos objetivos y metas.
El dolor emocional te sitúa en el camino hacia la felicidad. El dolor emocional
te hace reflexionar sobre las cosas que en realidad valen la pena, te hace
pensar en tu felicidad, te hace pensar en la manera de no volver a fallar para
llegar a lo que tanto anhelabas o querías. El dolor emocional te impulsa a
buscar la felicidad. El dolor emocional no es una casa donde vivir es una
estación del tren donde te detienes para orientarte en tu camino a tu verdadera
casa.
El dolor emocional te hace pensar sobre la verdadera persona
que Dios ha querido que tú seas. Tú no eres una persona pesimista, derrotada,
frustrada, arruinada, amargada. Tu eres una persona llena de esperanzas y
triunfos, Dios al traerte a este mundo te ha dado la habilidad de escoger lo
que tú quieras, en todo el buen sentido. El dolor emociona te hace ver lo que
te hace falta desarrollar en tu vida quizás necesitas ser alguien más arrojad y
valiente, quizás necesitas ser más segura de ti misma, quizás necesitas verte
con más potencial, como alguien que puede vencer las dificultades.
Para vencer el dolor emocional necesitas fe. Para poder
comenzar de nuevo necesitamos alimentar nuestra
fe, alimentar nuevas esperanzas y volver a recargarnos de sueños e ilusiones.
Tener
fe no quiere decir que no tengas dolor, pruebas, contratiempos, adversidades,
todo el mundo los tiene. Tener fe en medio del dolor significa que tú estás
viendo a alguien, a algo que los demás no pueden ver y eso que ves te da la
fuerza para levantarte en medio de toda prueba y adversidad, sabiendo que hoy
sufres pero mañana reirás y te acordarás de estos días como si fueran un sueño
que nunca sucedieron en tu vida, entonces tu boca se llenará de gozo y tus
labios de alegría.
Tener fe en medio del dolor significa que estás dispuesto a
levantarte y tomar tu lecho y caminar. Tener fe en medio del dolor es saber que
tu vas a ir a donde se fue la bendición. Tal vez ellas no vuelvan más al mismo
sitio donde estaban pero tu si sabes que tu estás caminando para llegar
nuevamente a ellas.
Para vencer el dolor emocional necesitas rodearte de gente
con fe y amor. Busca personas que te ayuden a crecer en medio del dolor, que
comprendan lo que te ha sucedido y que no te critiquen sino que te brinden una
mano amiga para avanzar y apoyarte.
Hubo un momento en mi vida en la cual todo se veía perdido,
acabado, me sentía frustrado, derrotado y solo, en mi habitación me arrodille
delante del Señor y le dije “Señor no puedo más, siento que no podré seguir”,
de repente sentí como si una mano se posara sobre mi hombro y dentro de mi cabeza
pude oír una voz que me dijo “pon tu mano sobre mi mano y permite que yo te
ayude a cruzar la oscuridad”. Jesucristo es el mejor amigo que puedes encontrar
en medio de todo dolor y aflicción en ti vida cree que él es fiel a ti y te
ayudará en todo lugar que te encuentres, Dios te bendiga abundantemente.
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