jueves, 4 de junio de 2015

¿Acaso hay alguna cosa difícil para Dios?



Génesis 1:9:15.

(9)  Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda.
(10)  Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él.
(11)  Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres.
(12)  Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor  ya viejo?
(13)  Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?
(14)  ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.
(15)  Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.

La pregunta que hace Dios: ¿Hay para Dios alguna cosa difícil?

Sólo los que confían y confiesan que Dios es Todopoderoso, pueden responder correctamente a esta pregunta.
Ante nuestra incredulidad Dios nos reta con esta pregunta. Es una pregunta que enfrentaremos constantemente, tal vez sintamos ganas de reírnos y pensemos con incredulidad. Si estamos cansados de años de frustración, de promesas que parecen que no se van cumplir o ya no tenemos esperanza. Dios te vuelve a preguntar ¿Hay alguna cosa imposible para mí?

Oración:
Señor que tu Palabra fortalezca mi fe y siempre confie en Ti y en Tus promesas.

miércoles, 3 de junio de 2015

Fuerzas Para Esperar

Isaías 40.28-31

Dios tiene un propósito y un plan para su vida, y su tiempo es perfecto. A veces, Él responde nuestras oraciones con un “sí” o un “no”. Pero, en otras ocasiones, dice: “Ahora no”. Cuando este sea el caso, podemos aprovechar las ricas recompensas que recibimos mientras esperamos.

Una bendición muy práctica es que Dios nos fortalece mientras nos apoyamos en Él. Isaías 40.31 habla de un águila que se remonta a las alturas —una metáfora adecuada de cómo el creyente que obedece al Señor será levantado y sostenido por el Espíritu Santo. De hecho, es interesante notar que la palabra hebrea para “viento” y “espíritu” vienen de la misma palabra: ruach.

Cuando enfrentemos una decisión difícil, lo fundamental es aprender a esperar. No hay ningún versículo de las Sagradas Escrituras que nos diga que debemos tomar las riendas de nuestra vida y encargarnos de librar nuestras batallas. Dios es quien lo hace a nuestro favor (2 Cr 20.15), pero debemos ser pacientes y confiar en Él.

Cuando David enfrentaba sus batallas más grandes, esperaba en el Señor. Dios lo sacó del foso de la muerte y lo plantó en tierra firme (Sal 40.1-3 NVI). Él hará lo mismo por usted. Cuando usted le obedece, el Señor le da las fuerzas para hacer las cosas que Él requiere; su Espíritu hace por usted lo que le resultaría imposible hacer por sí solo.

Al leer la Biblia, vemos que cada vez que un fiel servidor de Dios ganaba una victoria era porque estaba esperando y confiando en el Señor. De la misma manera, usted podrá experimentar la victoria si espera en Él.

martes, 2 de junio de 2015

El Que Espera Gana

Salmo 25.3-5

Esperar el tiempo de Dios no es algo pasivo ni ocioso —se necesita disciplina y obediencia. Puedo pensar en cuatro requisitos básicos para saber esperar.

Fe. Los caminos y el tiempo del Señor no son como los nuestros (Is 55.8, 9). Desde el punto de vista humano, la manera como Él hace las cosas suele ser totalmente diferentes de lo que nosotros esperamos. Pero a medida que confiemos más en Él, descubriremos que su manera de actuar tiene sentido.

Humildad. Para esperar en el Señor, debemos reconocer que lo necesitamos. La sumisión a su divina voluntad requiere humildad. Nadie puede rendirse por completo a Dios, y al mismo tiempo seguir adelante con sus propios planes.

Paciencia. ¿Está usted dispuesto a hacer una pausa hasta recibir una clara dirección de parte de Dios? Esto no significa desligarse y permitir que las circunstancias colapsen a su alrededor. Esperar en el Señor es una decisión que requiere paciencia.

Valentía. Esperar en Dios requiere valor, especialmente cuando somos presionados para actuar. Si se descuida, puede dejar de escuchar al Señor y seguir el consejo incorrecto. Por eso, mantenga su oído atento a la voz de Dios Todopoderoso, y no le irá mal.

Esperar en el Señor es una de las decisiones más sabias e importantes que podemos tomar en la vida. Y, contrariamente a la creencia popular, es un esfuerzo activo que requiere fe, humildad, paciencia y valentía.

lunes, 1 de junio de 2015

Cortala Con El Cuchillo

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28.

En la película de 1986, La misión, un traficante de esclavos apellidado Mendoza, agobiado por el sentimiento de culpa, se esfuerza por escalar una montaña mientras lleva encima un pesado bulto lleno de armas. Deliberadamente eligió esta engorrosa carga como penitencia por los violentos pecados de su pasado.

 Estando en la cima de la montaña y en lo peor de su frustración, Mendoza se balancea peligrosamente en una cresta infranqueable, con su embarazoso bulto que le impide moverse un centímetro más. Mientras hace toda la fuerza que puede, un joven nativo se acerca y saca un gran cuchillo. Mendoza teme por su vida, pero el joven tiene otra cosa en mente. Corta el pesado bulto de la espalda de Mendoza, y lo deja caer en la profunda hondonada.

Incapaces de comunicarse entre sí, los dos hombres se abrazan mientras las lágrimas de Mendoza revelan su profunda gratitud.

Aunque el pecado destruye la vida de todos, Dios no nos ha llamado a llevar el peso de la culpa en nuestras espaldas. Tampoco nos exige que expiemos nuestros delitos. En vez de eso, Él envió a su único Hijo, Jesús, para cargar con los pecados de toda la humanidad. La sangre del Salvador fue derramada para eximirnos del pago de la deuda que cada uno de nosotros tenía con Dios (Jn 3.16; Ro 4.25).

¿Qué carga está usted llevando en este momento? El Salmo 55.22 dice que la echemos sobre el Señor. ¿Dejará que el Señor Jesús “corte el lazo” y que Él le reciba con sus brazos extendidos?

sábado, 30 de mayo de 2015

Acérquense a Dios

Santiago 4.6-10

“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. ¡Esa es una promesa maravillosa! Si venimos a Él sumidos, arrepentidos y humillados, Él actúa de inmediato con su perdón, su amor y su aceptación. No hay espacio para la autosuficiencia en esta relación. Solo en la humildad de la impotencia descubrimos la suficiencia de su presencia.

A primera vista, puede parecer que somos nosotros los que iniciamos esta relación, pero en realidad es Dios quien ha tomado la iniciativa; simplemente estamos respondiendo a su invitación (Jn 6.44). Muchas veces, el Señor usa situaciones y dificultades para captar nuestra atención y estimular nuestra sed de Él. Lo que nos parece que es una situación dolorosa o desesperante es su invitación para que nos acerquemos a Él.

Incluso nuestros mayores fracasos y pecados pueden llevarnos a Cristo, cuando buscamos el perdón del Padre. Con una actitud de humilde arrepentimiento podemos iniciar una relación más íntima con Dios. Pero si continuamos viviendo en rebeldía y no estamos dispuestos a reconocer nuestro pecado y arrepentirnos, Él no se acercará a nosotros para revelarnos más de sí. El pecado bloquea siempre la capacidad de conocer al Señor.

¿Ha permitido que la adversidad o el fracaso le alejen de Dios en vez de acercarle a Él? Para poner distancia entre usted y Jesucristo, Satanás utilizará engañosamente las mismas situaciones que el Señor puede utilizar para acercarle a Él. No permita que el enemigo gane la batalla. Por el contrario, resista al diablo, y él huirá de usted ( Stg 4. 7).

jueves, 28 de mayo de 2015

El poder del Espíritu Santo

Romanos 8.11-14

11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.


El Espíritu Santo es una persona. Pero un error muy persistente lo presenta como una especie de fuerza abstracta. La creencia subyacente es que “el poder del Espíritu Santo” es algo que los cristianos ejercen por sí mismos. Pero, en realidad, la frase se refiere a la actividad de Él en la vida del creyente.

Jesús fue muy claro cuando dijo a sus discípulos que no estarían listos hasta que recibieran poder de lo alto (Lc 24.49). Se necesitan dos —el creyente y el Espíritu Santo—para vivir en victoria. Él viene a morar en nosotros en el momento que recibimos el perdón de Cristo por nuestros pecados. De allí en adelante, la tarea del Espíritu es preparar a los creyentes para su ministerio diario de mostrar al Señor al mundo.

Cuando el apóstol Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, estaba hablando de la presencia interior del Espíritu Santo (Fil 4.13). Lo que esto significa es que en el creyente hay fuente de poder. El Espíritu obra por medio de las personas para llevar a cabo lo que es imposible que ellas logren por sí solas. De hecho, la Biblia dice que Él es “poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Ef 3.20). Lo cual Pablo demostró con su fértil ministerio.

¿Le está llamando Dios a hacer cosas “mucho más abundantemente” de lo que usted cree que puede realizar? ¡Deje de ofrecer excusas, y ponga manos a la obra! En usted hay un potencial sin explotar —no por sus propias fuerzas o capacidades, sino por el poder sin límites del Espíritu Santo, el cual se liberará en respuesta al actuar usted con fe.

El Espíritu Santo Es Una Persona


Muchos dicen que El Espíritu Santo es una cosa, otros dicen que es una fuerza y otros que es una energía, pero según la Biblia es una persona que siente, piensa, decide y actúa.

El Espíritu de Dios posee estas tres características: inteligencia, voluntad y emociones. Para demostrar estos puntos, le guiaré a algunos versículos del Nuevo Testamento.  

Primera a los Corintios 2.10, 11 dice que el Espíritu conoce los pensamientos de Dios y nos revela la verdad.

10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Más adelante en el mismo libro, se le identifica como Aquel que decide el(los) don(es) espiritual(es) de cada creyente (12.7-11).

7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;

9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.

10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Por último, los sentimientos del Espíritu Santo se revelan en versos como Romanos 15.30, que habla de su amor; y Efesios 4.30, que amonesta en contra de entristecerlo.

 

Romanos 15:30Reina-Valera 1960 (RVR1960)

30 Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios.

 
Efesios 4:30Reina-Valera 1960 (RVR1960)

30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

Piense, también, en que Jesús habló de un Consolador o Ayudador que vendría después de Él (Jn 14.16, 26).

 

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Ayudar y consolar a otros son acciones de una persona, como es también enseñar —estas son algunas de las actividades fundamentales del Espíritu Santo.

El Espíritu es una parte de la Trinidad, y si usted es creyente, Él está con ustedes ahora mismo. Dios le ha dado su Espíritu como un Ayudador especial —uno que es más unido que un hermano (Pr 18.24).

24 El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.