Orad sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17.
La oración es de vital importancia para el creyente. No sabemos que impulsa a los niños a querer hablar a temprana edad, los padres se esfuerzan por ayudarles a hablar, los padres se pelean por ver que dirá primero papá o mamá. Cuando el niño dice sus primeras palabras, es una gran celebración, el corazón de los padres reboza de alegría, al niño pronunciar ciertas palabras y lo hacen que repita esas palabras hasta la saciedad y otras nuevas palabras comienzan a llegar al repertorio del niño. Que triste cuando un niño no habla, cuando no pronuncia cosas coherentes, los padres suelen preocuparse y lo llevan al médico para que le realice exámenes para encontrar la causa de dicha anomalía, lo natural es que un niño hable.
Al igual que un niño quiere expresarse aún con palabras no entendibles todavía, los nuevos creyentes deben desear hablar, con su Padre Celestial. La comunión con los hermanos, la interacción de oración, la atmosfera de Dios impulsa al creyente a querer hablar con el ser que lo engendró espiritualmente. La oración es ese medio que nos lleva a comunicarnos con Dios, por medio del lenguaje humano recibimos instrucciones, aprendemos palabras de amor, de cariño, aprendemos a pedir, a manifestar algún dolor, padecimiento, expresamos nuestros gustos y lo que no nos gusta. La comunicación forma parte de nuestra naturaleza de seres humanos que se transmite a través de una interacción social, en nuestras familias, y entorno. Como creyentes debemos desarrollar esta comunicación con Dios desde temprano, no acostumbrarnos a que otros sean los que se comunican con Dios y nos den las respuestas o direcciones. Hablar con Dios es fácil, es una experiencia única, porque te comunicas con Tu padre, vas a él con respeto, pero también con confianza y empiezas a manifestar palabras desde tu alma que salen por tu boca y se elevan al cielo para ser aceptadas como ofrendas delante del trono de Dios. A Dios le agradan nuestras oraciones sinceras, cargadas de agradecimientos y fe.
Cuando oramos y pedimos cosas que son algo difíciles, a Dios le agrada que pidamos esas cosas con fe, y le permitamos a él ayudarnos en todas esas cosas que necesitamos.
No importa lo que quieras, siempre que sea bueno y este dentro del rango de su voluntad y el plan que él tiene para ti, Dios promete oír con atención tu oración y contestarla no como la has pedido, pero sí de una forma diferente, única, de mayor provecho, con mayores repercusiones de bienestar y bendición.
Al orar a Dios también podemos expresar nuestros sentimientos. Dios puede entender lo que estamos sintiendo y al expresar nuestros sentimientos él puede ayudarnos a sobrellevar cualquiera carga o sentimiento, si se está pasando por algún dolor o perdida, Dios nos apoyará siendo nuestro consuelo y nuestro sostén emocional, dándonos paz gigantesca y consuelo profundo.
Si estamos desanimados, también podemos ir al Señor, y expresarle que estamos desanimados, y decirle el porqué y hablar con él de una forma franca. El promete entendernos en esos momentos y levantarnos, darnos ánimo y corregir todo aquello que nos causa desanimo o frustración.
La oración es un magnífico recurso que nos sirve de una manera inigualable y por eso debemos practicarla cada día y más cuando nos acerca a nuestro Señor y conocerlo más.
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