Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.
En la vida pasamos por momentos turbulentos, aflicciones, crisis, problemas económicos, emocionales, espirituales, estos no se pueden evitar, son parte de la vida misma.
El Señor nos indica que la vida no será fácil, decirte que todo será color de rosa es una gran mentira, ninguna religión, ni aun el evangelio pueden evitar que pases por esas pruebas, por eso es que Jesucristo no nos engaña, no nos dice que si le aceptamos empezaremos a vivir una vida sin problemas, pero una cosa él afirma, y es que él estará a nuestro lado para pelear las batallas que enfrentemos, para mostrarnos el camino correcto, para consolarnos en medio de la aflicción, para darnos fuerzas para continuar, para inyectarnos fe en medio de la desesperanza.
La vida posee muchas variantes, algunas veces estaremos muy arriba, felices, todo muy lindo y hermoso, éxito a granel, todo el mundo nos ama, y pensaremos que eso será así todo el tiempo, pero no, no es así, también vienen momentos muy duros, donde estaremos tristes, desanimados, sin fuerzas y nos dejarán solos. Jesucristo sabe esto porque el mismo lo experimentó. ¡Momentos de angustia, soledad, traición, Padre, padre, porque me has abandonado! Grito el Señor en la cruz, él sufrió como cualquier ser humano, y sintió lo que tú sientes, y vivió lo que tu sientes.
La vida es bella, y aun con los momentos más difíciles, merece vivirla, experimentarla, disfrutarla. Debemos aprender a sacar de cada momento bueno o malo las enseñanzas que nos tocan o las que podemos impartir a hijos, amigos y familiares. Aprender de esos momentos duros para entender a los demás y ayudarlos en sus procesos. Quizás muchos no logran encontrar el camino.
El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Cuando caminamos con Cristo a nuestro lado, nuestro corazón empezara a experimentar el gozo, en las pruebas, alegría, en el dolor, esperanza en medio de un mundo decadente y perverso.
Jesús es el que nos da sentido verdadero a nuestro ser interior y nos lleva a ver que aunque estemos en el mundo, en realidad no pertenecemos ya a este mundo, porque en el momento que le aceptamos, nacemos de nuevo y ya comenzamos a pertenecer a un mundo totalmente diferente, nuestro cuerpo interactúa con este mundo, pero nuestra alma comienza a percibir las maravillas del nuevo Reino de Cristo. Esta nueva realidad dentro de nosotros nos permite renovar las fuerzas, creer cosas que antes no podíamos creer y avanzar aún en medio de las pruebas y crisis, con una actitud diferente, no sufriendo, no lamentándonos, sino Glorificando a un Dios grande que nos ha hecho renacer para experimentar ahora, si nuevas cosas hermosas y traerlas a este mundo para ayudar a otros. La vida es bella Con Jesús.
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