Y había salido Isaac a orar al
campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos
que venían. Rebeca también alzó sus ojos, y vio á Isaac, y descendió del
camello; Porque había preguntado al
criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el siervo
había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. Entonces el criado contó a Isaac todo lo que
había hecho. Y la introdujo Isaac la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca
por mujer; y la amó: y se consoló Isaac después de la muerte de su madre. Gen
24:63-67.
La oración formaba parte de la vida de Isaac. Él invertía parte de
su tiempo en buscar el rostro del Señor y en estar delante de su presencia.
Cuantas cosas nos evitaríamos si estuviéramos en realidad delante del Padre
Celestial, oyendo lo que él quiere decirnos a nuestras vidas.
No sabemos que estaba orando
Isaac en el momento en que apareció su criado con Rebeca, pero podemos ver que
en la vida de Isaac sucedieron varias cosas. Una de esas cosas, fue que Isaac
encontró a la mujer que sería su pareja para toda su vida. Después que el
criado le contó todo lo que había sucedido, Isaac entendió que todo había sido
obra de Dios y que la mujer de su vida había llegado hasta sus tierras. Esto es
una gran lección para nosotros, pues muchos se desesperan buscando pareja, usan
todos los medios posibles por alcanzar a una persona, sin embargo muy pocos van
en oración a Dios para esperar en él y ver respuesta a sus peticiones. El ser
humano tiende a desesperarse y a inquietarse, pero para el que cree en Dios la
respuesta está en camino.
Otra cosa que podemos ver es que
Isaac encontró su verdadero amor. Cuando Dios trae la persona correcta a la
vida de alguien el amor verdadero emerge. Dios trajo a la vida de Adán a Eva y
este la amó al instante. Hay una persona correcta para cada uno, cuantas veces
hay equivocaciones, disgustos, frustraciones, fracasos, desilusiones. Cuando amas a alguien
puedes soportar todo el tiempo, dice en la carta a los corintios que el amor
todo lo espera, si alguien ama entonces esperará, cuando hay desesperación,
impaciencia, podemos entender que es un sentimiento desviado, no se está seguro
del amor, no se está seguro de que se podrá salvar los muchos contratiempos. En
el amor no hay temor sino que el perfecto amor echa afuera el temor. El temor
puede hacer que alguien pueda tomar decisiones equivocadas, que se apresure,
que no soporte la presión, que se desespere cuando va pasando el tiempo. El
temor puede llevar a una persona al nerviosismo, la duda, el amor nos lleva a
la seguridad, a la firmeza, nos hace confiar, nos da garantía del futuro.
El amor es un sello, que el
tiempo no puede romper. El amor todo lo sufre, todo lo soporta. El amor da la
fuerza para soportar todo dolor de forma callada y sumisa. El amor da la fuerza
para resistir la ausencia, da l fuerza para esperar el día de la bendición.
Cuando hay verdadero amor hay seguridad.
La otra cosa que podemos ver en
el pasaje leído es que Isaac encontró consuelo. La muerte de la madre de Isaac
trajo tristeza sobre el corazón de Isaac, pero el amor de Rebeca trajo consuelo
a su vida. Cuando esperamos en oración el consuelo a nuestras vidas vendrá, no
importando la clase de dolor que hayamos sufrido. El amor trae alegría y gozo,
el verdadero amor no trae dolor, en cambio da fuerza para vencer el dolor.
Podemos orar al Señor en la alegría pero también debemos orar al Señor cuando
haya pérdidas, cuando haya problemas, en
las situaciones más fuertes Dios dará la respuesta y su respuesta será una
respuesta de amor, trayendo consuelo a nuestras almas.
Isaac Tenía un lugar para orar.
Dice la palabra que estaba en el campo, ese era su lugar de oración, Daniel
tenía su habitación, Elías la cueva, Pedro el aposento alto. Cada persona
escoge el lugar que más le place para orar, pero si sabemos una cosa que es en
el lugar de la oración donde Dios trae la respuesta a nuestras vidas. Hay lugares
tan pequeños, tan apartados, otros son bellos horizontes, bellos atardeceres, bellas montañas, pero para
otros son sitios oscuros, Pablo oró desde lo profundo de la cárcel, el Señor
clamó desde lo alto de una cruz, Esteban oro con sus ojos llenos de sangre por
las heridas de las piedras. Lo cierto es que cada uno que oro no importando el
lugar se trasladó al trono de la gracia, para obtener el oportuno socorro. Si
tienes un lugar para Dios, Dios tendrá un lugar para ti en su reino. Detente
por un momento en tu vida, estás sufriendo, estás alegre, estas bajo crisis,
detente y mira al Señor, tu lugar puede ser una cruz, puede ser una aflicción,
puede ser una tragedia, puede que sea al lado del ataúd de un ser querido,
puede ser una cama de un hospital, puede ser una crisis financiera. El ladrón
que estaba al lado de Jesús dejó por un momento su sufrimiento y miró a Jesús,
para hablarle, él no se estaba quejando como el que estaba al otro lado, él
estaba mirando a Jesús desde su propia cruz, La respuesta en esa cruz fue la
más hermosas palabras que tal vez aquel ladrón hubiese escuchado en su vida “Hoy
estarás conmigo en el paraíso”. No importa el lugar, lo que importa son las
palabras que recibas en aquel lugar.
Isaac tenía una hora para orar “… a la hora de la tarde”. David oraba muy de
mañana, El Señor oraba en la noche y en la mañana. Cada uno de los hombres de
Dios dispusieron un tiempo de sus vidas para conectarse con Dios. Dios siempre
estará allí para oír nuestra oración y darnos la respuesta correcta a nuestras
vidas. Nunca es tarde para orar y nunca es demasiado temprano para buscarlo,
cuanto más le busques más presencia de él tendrás en tu vida, en su presencia
hay plenitud de gozo, delicias a su diestra para nuestras almas, él sólo está
esperando que le busquemos en oración.