Así es como trabaja el Señor, nos quebranta para producir crecimiento espiritual y un ministerio asombroso en nuestras vidas. Y el proceso es siempre el mismo:
1. Dios se fija como objetivo las áreas en que no estamos sometidos a Él.
2. Él dispone las circunstancias y selecciona las herramientas con las cuales quebrar nuestra autosuficiencia.
3. Él controla la presión y el tiempo de esas circunstancias para traernos de vuelta a su voluntad.
Pero, lamentablemente, siempre nos resistimos a ser quebrantados. Queremos seguir el camino más fácil, y tener la esperanza de que Dios bendecirá nuestra apatía.2. Él dispone las circunstancias y selecciona las herramientas con las cuales quebrar nuestra autosuficiencia.
3. Él controla la presión y el tiempo de esas circunstancias para traernos de vuelta a su voluntad.
Si nos negamos a ser transformados por medio del quebrantamiento, y en vez de eso nos aferramos a las cosas que Dios quiere que dejemos, Él nos pondrá a un lado. Al igual que un grano de trigo intacto, nos mantendremos solos y sin fruto.
Hermano, ese no es el camino que lleva a la madurez. Nuestro Padre celestial tiene un camino mejor.
El quebrantamiento duele, pero más duele no ser quebrantado. No se deje distraer por la felicidad breve. Mire hacia dónde le está conduciendo su Padre celestial, y deje que Él haga lo que sea necesario para llevarle hasta allí.
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