A nadie le gusta ser afligido, pero no podemos ignorar sus beneficios para el crecimiento espiritual. El ser quebrantados nos da una perspectiva totalmente nueva en cuanto al plan del Señor para nuestra vida. Es que disfrutar de un flujo constante de bendiciones distorsiona nuestro enfoque de Dios, dejándonos por lo general con la suposición de que Él existe para nuestro servicio.
Le pedimos al Señor salud, éxito y seguridad económica. Le pedimos qu...e bendiga nuestra familia y nuestras relaciones. Le pedimos, le pedimos y le seguimos pidiendo. Y la verdad es que la mayor parte del tiempo no estamos realmente hablando a Dios en absoluto. En nuestra mente, lo hemos reemplazado por un sirviente; le decimos lo que queremos, y después lo enviamos a que nos lo consiga.
En todo esto, ¿quién es el centro de nuestras oraciones? Sin duda, no es Dios todopoderoso, nuestro eterno Salvador y Creador del universo. No; somos nosotros quienes estamos en el centro de estas oraciones. Por consiguiente, el resultado final es la sutil creencia de que Dios existe para nuestro beneficio —algo muy distinto de la realidad de su divinidad. Esta distorsión rompe el corazón del Señor y nos aleja mucho de saber realmente quién es Él.
La cura para esta egocéntrica idolatría es el quebrantamiento. Cuando Dios dice “No”; cuando quita; cuando maneja lo que tenemos, cuánto tenemos y cuánto tiempo lo tenemos, nos está ayudando a mantener nuestros ojos puestos en Él. No desprecie esos momentos. Por el contrario, reconózcalos como la voz de su Padre celestial llamándole de regreso a sus amorosos brazos.
2 Corintios 4:7-10. Reina Valera 1960.
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,
8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;
10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
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