“El castigo físico limpia la maldad; semejante disciplina purifica el corazón”. Proverbios 20:30 (NTV)
En la antigüedad se consideraba el castigo como una herramienta de corrección, pero no se perseguía destruir o herir a que que se le aplicaba la disciplina, se pretendía mejorarlo pulirlo y hacerlo capaz de cosas mayores.
Sabemos que la disciplina para la vida de una persona, es fundamental. Si alguien quiere lograr sus metas debe tener voluntad y disciplina para cumplir con su propósito
La disciplina y la corrección son importantes para nuestro crecimiento espiritual y moral, pero también es crucial hacerlo desde una perspectiva de amor y compasión, no desde emociones dañadas o egoísta, la violencia o el castigo excesivo pueden dañar a una persona. La verdadera disciplina debe venir acompañada de orientación, entendimiento y perdón. Esta debe ser aplicada con sabiduría y comprensión. La misma BIblia indica que debemos tratar a aquellos que caen con cuidado y considerando que nosotros mismos podemos caer y vernos sometidos a disciplinas y correcciones necesarias, pero siempre en dirección a la restauración, perdón y crecimiento espiritual.
La "limpieza de la maldad", se refiere a la erradicación de los pecado, y tendencias de la carne, debemos buscar purificar nuestro corazón a través del arrepentimiento, la humildad y el perdón. El perdón viene cuando hay una persona arrepentida, pero no es en el castigo que encontramos la salida o solución es en el perdón y en el amor incondicional de Dios donde verdaderamente encontramos la purificación y la renovación espiritual.
El verdadero poder de la disciplina no radica en la fuerza física, sino en la sabiduría y el amor que provienen de Dios. Señor y Padre Celestial, que podamos buscar la corrección y la purificación de nuestros corazones a través de la gracia divina y el amor incondicional que tu nos ofreces. ¡Que la sabiduría y la compasión guíen nuestras acciones y nuestras palabras en todo momento! Amén.
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