Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. 2 Reyes 20:5.
En el pasaje, el Señor le dice a Ezequías que ha escuchado su oración, que ha visto sus lágrimas y que le sanará. Este pasaje nos muestra la gran compasión y misericordia de Dios hacia su pueblo.
Dios escucha la oración que le hacemos, Él no solo escucha también comprende, siente y responde a nuestro clamor. Jesús nos comprende porque el vivió como un ser humano, padeció y experimentó todo lo que cualquier ser humano puede experimentar, el nos conoce mejor que nadie. Satanás trata de ganar ventaja del ser humano, lo conoce pero no puede comprenderlo a totalidad, pues él es un ser creado por Dios. Jesucristo no solo nos conoce sino que también nos ama y por eso el toma la forma de un ser humano para nacer, vivir y conocernos mejor, pero detrás de todo esto está el propósito de salvarnos.
Si, mi querido hermano, Dios escucha nuestras oraciones, conoce nuestras necesidades y responde a nuestras lágrimas. Él es un Dios compasivo que se preocupa por nosotros en nuestros momentos de dolor y aflicción.
Además, la promesa de sanidad que Dios le hace a Ezequías nos recuerda que el Señor es el Dios que sana, que tiene el poder de restaurar y dar vida nueva. En momentos de enfermedad o dificultad, podemos confiar en que Dios está presente para sanarnos y darnos fuerzas.
La instrucción de que Ezequías suba a la casa de Jehová al tercer día nos muestra la importancia de la adoración y la comunión con Dios incluso en medio de nuestras pruebas. Aunque enfrentemos desafíos, podemos encontrar consuelo y fortaleza en la presencia del Señor, cuando le adoramos recibimos nuevas fuerzas y podemos percibir las cosas desde un punto de vista diferente.
En resumen, podemos señalar que Dios es un Dios de compasión, sanidad y restauración, y que podemos confiar en su fidelidad en todo momento. Su amor es una garantía de que nos escuchará en todo momento.
Oración
Amado Dios, hoy quiero agradecerte por tu compasión y misericordia hacia mí. Reconozco que escuchas mis oraciones y conoces cada una de mis lágrimas. Te pido que, al igual que sanaste a Ezequías, me sanes también en las áreas de mi vida donde más lo necesito. Confío en tu poder para restaurar y dar vida nueva.
Señor, en medio de mis dificultades, te pido que me des fuerzas y fe para confiar en tu fidelidad. Ayúdame a encontrar consuelo y fortaleza en tu presencia, y a buscar adorarte y estar en comunión contigo, incluso en medio de mis pruebas. Gracias por ser un Dios que escucha, sana y restaura. En el nombre de Jesús, amén.
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