El 30 de marzo de 1981, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, fue víctima de un intento de asesinato en las afueras del Hotel Hilton, en Washington, D.C. Con tan solo 70 días en la presidencia, Reagan se convirtió en el objetivo de John Hinckley, Jr., obsesionado con la actriz Jodie Foster, a la cual quería probarle su amor. Hinckley estaba armado con un revólver calibre .22 y solo una de las balas explosivas alcanzó el pecho de Reagan, tras pegar en su limosina y rebotar hacia él.
Esta vieja noticia me hizo recordar la muchas veces que los judíos trataron de matar a Jesucristo, al final en la cruz Pilatos coloco sobre la cruz Rey de los Judios. El atentado contra un presidente es algo muy grave porque desestabiliza a una nación y trae cambios y caos sobre las personas. Jesucristo se declaró el mismo como rey, sin embargo su Reino era superior y con un alcance mayor que cualquier reino terrenal. En lugar de ser protegido Jesucristo dio su vida por sus seguidores, sufrió por quienes creían en el y aún por quienes habrían de creer, y sembró palabras de esperanza para quienes depositan su fe en su persona. Sin embargo el no quedo en la muerte, o resucito para luego volver a morir, él resucito para gobernar y regir, dejando una pausa en el mundo para su regreso a tomar posesión de lo que le pertenece. Nos queda a nosotros seguir creyendo en Jesucristo y esperar su regreso como Rey.
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