“Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él, desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo”. Efesios 4:21-24 (NTV).
El proceso de cambio y crecimiento es una parte fundamental del desarrollo del creyente. A lo largo de nuestras vidas, nos encontramos con situaciones que nos desafían a deshacernos de nuestra vieja naturaleza pecamisosa, dejando atrás pensamientos corrompidos, una vida cargada de sensualidad, mentiras y engaños, dolor y sufrimientos. En otros casos es salir de esa zona de pereza y conformismo, debemos avanzar hacia el nuevo ser como creyentes.
Es cierto que nos vamos a enfrentar con obstáculos que nos impiden avanzar en esta búsqueda de transformación.
Una de las claves para lograr la transformación deseada es entender la importancia de desaprender y aprender. Desaprender implica soltar creencias, pensamientos o comportamientos que ya no nos sirven en esta nueva vida que hemos decidido tomar, soltar lo que nos limitan en nuestro desarrollo espiritual y como seres humanos. Estas ideas preconcebidas están arraigadas en nosotros desde hace mucho tiempo, lo que dificulta su abandono. Sin embargo, para avanzar, es necesario tener la valentía de soltar estas cargas y liberar espacio para nuevas ideas y aprendizajes que provienen del Reino de Dios.
Por otro lado, aprender implica estar dispuesto a adquirir nuevos conocimientos, habilidades y perspectivas que nos ayuden a crecer y a lograr nuestro proposito aqui en la tierra como hijos de Dios. Este proceso de aprendizaje continuo nos permite expandir nuestro espiritu y nuestra alma, abrirnos a nuevas experiencias con Dios y desarrollar una mayor comprensión del mundo que nos rodea, aportando a través de nuestras capacidades para ayudar a otros.
Para cambiar y crecer como creyentes, es fundamental abrazar la dualidad del desaprendizaje y el aprendizaje. Solo al tener la voluntad de soltar lo antiguo y abrirnos a lo nuevo, podemos iniciar un viaje de transformación que nos lleve a alcanzar nuestro potencial más elevado y a vivir una vida plena y significativa en Cristo Jesús.