martes, 18 de agosto de 2015

A mi manera




Los humanos queremos hacer las cosas a nuestra manera. Olvidamos la vía sencilla. Olvidamos el camino común. Olvidamos el mejor método. Olvidamos el camino de Dios. Queremos hacer las cosas a nuestra manera. Y según la Biblia ese es exactamente nuestro problema. «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino» (Isaías 53.6).

 Nos cuesta pensar que una oveja sea obstinada. De todos los animales de Dios es el menos capaz de cuidarse.

¡Las ovejas son tontas! ¿Ha conocido algún adiestrador de ovejas? ¿Ha visto una oveja que haga cosas entretenidas? ¿Sabe de alguien que haya enseñado a su oveja a juguetear? ¿Ha visto un circo que anuncie a «Mazadon y su oveja saltarina»? No. Son muy tontas.

 También son indefensas. No tienen colmillos ni garras. No te pueden morder ni correr más que tú. Por eso nunca vemos que una oveja sea la mascota de un grupo. Hemos oído de los Carneros (Rams) de San Luis, de los Toros (Bulls) de Chicago y de los Halcones marinos (Seahawks) de Seattle, pero no has oído algún equipo que se llame  las Ovejas de Nueva York, ¿Quién quiere ser oveja? Ni siquiera podrías lograr un grito decente para la barra.

Somos las ovejas, sí, sí, sí.

Ni siquiera un pío de nosotros vas a oír.

La victoria es tuya, la vas a conseguir

Pero ponte a contarnos si quieres dormir.
 
Peor aún, las ovejas son sucias. Un gato se limpia. También el perro. Vemos las aves que se bañan o un oso en el río. Pero, ¿una oveja? Se ensucian y así se quedan.

¿No podría David haber pensado en una mejor metáfora? ¡Claro que sí! Después de todo superó a Saúl y abatió a Goliat. ¿Por qué no eligió algo otra cosa que no fuera la oveja?

Algo como:

«Jehová es mi comandante en jefe, y yo soy su soldado». Eso nos gustaría más. El guerrero recibe un uniforme y un arma, y quizás una medalla.

O, «Jehová es mi inspiración y yo su cantor». Estamos en el coro de Dios; ¡qué tarea tan halagadora!

O, «Jehová es mi rey y yo su embajador». ¿Quién no querría ser portavoz de Dios?

Cuando habla el embajador, todos callan. Todos escuchan cuando cantan los trovadores de Dios. Todos aplauden cuando pasa el guerrero de Dios.

Pero, ¿quién se da cuenta cuando aparece la oveja de Dios? ¿Quién nota cuando la oveja canta, habla o actúa? Sólo una persona lo nota. El pastor. Y ese es exactamente el punto de David.

Cuando David, que era un guerrero, cantor y embajador de Dios, buscaba una ilustración de Dios, recordó sus días como pastor. Recordó su atención preferente por las ovejas día y noche. Recordó cómo dormía con ellas y las cuidaba.

Su cuidado por las ovejas le hizo recordar el cuidado de Dios por nosotros. David se regocijaba al decir: «Jehová es mi pastor», y al hacerlo orgullosamente daba por entendido, «y yo soy su oveja».

¿Se siente aún incómodo con que lo consideren una oveja? Présteme su buen humor y ayúdeme en una simple encuesta. Vea si tiene éxito con la confianza en sí mismo. Levante la mano derecha si alguna de la siguientes afirmaciones lo describen:

Puede controlar su buen ánimo. Nunca está malhumorado ni resentido. No puede identificarse con Jekyll y Hyde(aquel que se convertía en monstruo y luego en alguien amable). Siempre está optimista y erguido. ¿Esto le describe? ¿No? Bueno, probemos por otro lado.

Está en paz con todos. Toda relación es dulce como el caramelo. Aun sus viejos amores hablan bien de usted. Ama a todos y todos lo aman. ¿Eso es usted? Si no, ¿qué tal esta otra descripción?

No tiene temores. Lo llaman el «bravo». Se desploma la bolsa de valores: No hay problema. ¿Le descubren un problema al corazón: Bostezo. Comienza la Tercera Guerra Mundial: ¿qué hay para la cena?  ¿Esto le describe?

No necesita perdón. Nunca ha cometido un error. Tan cuadradito como un tablero de ajedrez. Tan limpio como la cocina de la abuela. Nunca hizo trampa. Nunca mintió. Nunca mintió sobre hacer trampas. ¿Así es usted?  ¿No?

Evaluemos esto. No puede controlar su genio. Algunas de sus relaciones están tambaleantes. Tiene temores y fallas. ¡Humm! ¿Quiere realmente aferrarse al cofre de su autosuficiencia? Me da la impresión que necesita un pastor. De otro modo podría tener un Salmo 23 según esta versión:

Yo soy mi pastor. Siempre padezco necesidad.
Voy de comercio en comercio y de sicólogo en sicólogo en busca de alivio sin encontrarlo.
Me arrastro por el valle de sombra de muerte y me desmorono.
Le temo a todo desde los pesticidas hasta las líneas eléctricas, y comienzo a actuar como mi madre.
Voy a la reunión semanal del personal y estoy rodeado de mis enemigos. Voy a casa y hasta mi pez de colores me desprecia.
Unjo mi cabeza con Atamel extra fuerte.
Mi Bacardí está rebosando.
Ciertamente la miseria y la desdicha me seguirán, y viviré dudando de mí por el resto de mi solitaria vida.

¿A qué se debe que quienes más necesitan un pastor lo resisten tanto?

Esa sí que es una pregunta para los que son tercos en la vida. La Escritura dice: «Hazlo a la manera de Dios». La experiencia dice: «Hazlo a la manera de Dios». Los Portugueses le dicen a Cristiano (para que no falle el gol en el momento decisivo en un penal), hazlo seguro «Hazlo a la manera de Dios».

Y, de vez en cuando, lo hacemos. Cuando lo hacemos, cuando seguimos la dirección de nuestro Dios,  de alguna manera el balón  permanece en ruta.

Sí, Ronaldo, Mesi, Maradona todos hacen que  me acuerde de mí.

Antes de perder su tiro al arco, ellos querían ser más grandes, más admirados, hacer un gol espectacular, y no lo hicieron de la forma segura simple. En esos momentos no oyeron a su compañero que se les acercó y le dijo como debía hacerlo, no vieron las señas del entrenador, no vieron a sus líderes, no tuvieron pastor, por eso David insiste “Jehová es mi Pastor” (Salmo 23:1)

Hoy no lo haré a mi manera lo haré a la manera de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario